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Emanuel Alaniz: “La cordillera no es para improvisar, exige preparación y respeto”

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“Quien decide subir a la cordillera debe saber a qué se enfrenta: no es un paseo, es una experiencia de alto riesgo que requiere preparación física, mental y responsabilidad.”

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Con más de dieciséis años guiando expediciones en la cordillera de los Andes, Emanuel Alaniz, fundador de Al Límite Expediciones Andinas, conoce mejor que nadie los desafíos y las exigencias que impone la montaña. Su nombre se asocia al profesionalismo y al compromiso con la seguridad en cada travesía.

Recientemente, una situación particular lo llevó a hablar públicamente sobre un tema que considera clave: la importancia de la preparación y la responsabilidad antes de emprender una actividad de aventura. “Hace poco recibimos a un grupo de pasajeros y noté que dos de ellos no tenían ficha médica y presentaban un problema importante de sobrepeso. Les pedí que se hicieran el control con un médico local, pero se negaron. No podía permitir que subieran a la cordillera sin la documentación necesaria”, relató.

Su decisión, firme y basada en protocolos de seguridad, derivó en críticas en redes sociales. Sin embargo, Alaniz se mantiene convencido de haber actuado correctamente. “Nuestra empresa no sube a ninguna persona sin ficha médica. Es una actividad de alto riesgo, y sin esa documentación ningún seguro me respalda. Más allá de eso, se trata de cuidar la salud de las personas y también a los animales que participan en la cabalgata. El peso máximo permitido es de 110 kilos, y ese límite existe por razones físicas y de bienestar animal”, explicó.

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El guía insiste en que muchas veces los visitantes subestiman la exigencia de las actividades de montaña. “Algunos creen que es un simple paseo a caballo, pero la cordillera exige mucho más. Las travesías implican dormir en carpa o a la intemperie, soportar bajas temperaturas, falta de agua caliente para la higiene personal y la necesidad de adaptarse a un entorno natural cambiante. Por eso la preparación física y mental es fundamental”, señaló.

Alaniz considera que uno de los grandes desafíos del turismo de aventura es la falta de conciencia sobre los riesgos reales. “No se trata de infundir miedo, sino de informar. La montaña no es un parque temático: quien decide venir tiene que saber que se está exponiendo a una experiencia intensa, hermosa, pero exigente. Hay que salir de la zona de confort y venir preparado para eso”, enfatizó.

La empresa cuenta con seguros de responsabilidad civil y de turismo, comunicación satelital y protocolos de emergencia. “Cada pasajero debe traer su ficha médica y un botiquín personal. Nosotros no medicamos a nadie. Todo se hace bajo normas claras, porque la seguridad es prioridad”, aclaró.

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Emanuel también subrayó que cuando una persona no puede realizar la actividad por razones médicas o físicas, la empresa ofrece alternativas y reprogramaciones. “No buscamos excluir a nadie. Si un pasajero no puede hacerlo hoy, puede hacerlo más adelante, cuando esté en condiciones adecuadas. Lo importante es hacerlo de manera segura”, afirmó.

Su relación con la montaña es de respeto y admiración. Desde los 12 años está vinculado a las actividades al aire libre y guarda un especial cariño por la Laguna de la Niña Encantada, donde comenzó a trabajar de joven. “Cada vez que vuelvo y veo los árboles que regamos a mano, siento orgullo. La montaña me enseñó a cuidar, a respetar y a ser paciente. Es impredecible, y por eso mismo hay que tomarla en serio”, dijo.

En sus más de 16 años de trayectoria, más de 6000 personas pasaron por sus manos sin incidentes graves. “Eso no significa que no pueda ocurrir algo, pero tomamos todas las medidas preventivas. Lo fundamental es que el pasajero venga consciente, preparado y dispuesto a vivir la experiencia de forma responsable”, remarcó.

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Alaniz cree que todavía falta una cultura del riesgo más desarrollada en el turismo aventura. “A veces los turistas no comprenden la magnitud de lo que están por hacer. Por eso es clave la comunicación y el rol de los medios para difundir mensajes responsables. No se trata de asustar, sino de preparar y educar”, concluyó.

Para él, la montaña sigue siendo una maestra. “Cada travesía es diferente. Nadie vuelve siendo el mismo después de cruzar los Andes o alcanzar una cumbre. La montaña te transforma, pero también te exige respeto y compromiso. Quien la entiende así, vive una de las mejores experiencias de su vida.”

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