Con el poema “Guitarrero malargüino”, del poeta Martín Sánchez, nos introducimos en la vida de un hombre que se ve reflejado en él, don Dante Vera. Dice el autor del protagonista de estas líneas “que no pudo bailar…porque debía tocar”, es que el hombre, hijo de guitarrero, desde que llegó a este mundo tuvo un destino junto a la guitarra. Dotado de una memoria privilegiada, “saca” la letra y música de las canciones que interpreta de solo escucharlas. No tiene ningún tema por él escrito y tampoco ha creado canción alguna. El “gorrión” Dante Vera es un cantor popular que ha trasnochado, “farreando como dice la gente” en bares, veladas de santos e innumerables fiestas familiares. Hombre sumamente respetuoso y humilde se gana el corazón de quienes lo conocen precisamente por esos valores que los vive intensamente. Guitarrero Malargüino
Recuerdo el paisaje anterior
interminable diapasón
y apellidos de a montón
que guardo en mi corazón.
Enfundaste el arma
vocación en el alma.
Seis balas destinadas
en tus cuerdas afinadas.
Y allá llegaste elegante
con ese pantalón de antes,
el de patas de elefante
medio justón y brillante.
Zapato bien lustrado
mocasín o el guindado.
La camisa de ocasión
y en tu boca la canción.
Mi verso quiere pintar
al que no pudo bailar.
Dante Vera lo dice el refrán
porque debías tocar.
Hijos de un guitarrero
un músico pionero,
Hermanos Urquiza:
púa, puente y clavijero.
Faustino «El Peregrino»
Mi viejo y el bar
la tonada hicieron vino
Negro Núñez «El Tino»
Al llamado de un amigo,
un cumpleaños festejar.
La velada de San Juan
o solamente por farrear.
Farra era por entonces
cuando la fiesta empezaba.
Pedro López y Almonacid
a la pista de una cabeceada.
Andrés Villar te vi practicar
el punteo en soledad.
El ritmo y tu amistad
a nadie pudiste negar.
Los Martínez, Mingo Álvarez
Los Carrasco, El Cogollo
Ramón Perea, Néstor Vázquez
Pedro Pavés y César Arroyo.
Así pudiera nombrar
un sin fin de criollos más,
que en alguna serenata
seguro volveré a encontrar.
Recuerdo el paisaje anterior
un interminable diapasón
y apellidos de a montón.
Que guardo en mi corazón
Martín Sánchez

“Nacido y criadito en Malargüe”, como él dice, vino al mundo el 24 de diciembre de 1961, en el seno de la familia de Ubaldina Carmen Castro y Ubaldino Vera. Fueron 11 hermanos, algunos llevan el apellido materno.

“Mi abuelo paterno tuvo puesto camino a Castillos de Pincheira. El lugar se llamaba “Puesto Verino”, ahí ya no queda nada, solo una piedra con el nombre. Cuando yo nací mis viejos vivían en el barrio Belgrano (en calle Amigorena entre Cuarta División y Fortín Malargüe). Nosotros fuimos muy re pobres, pero decentes. Fui a la escuela República de Chile, que ahora es la Lemos (por la Capitán José León Lemos), que antes estaba a una cuadra y media de mi casa (Amigorena e Illescas, donde hoy funcionan las escuelas Roberto Órdenes y Dr. Juan Maurín Navarro). Ahí hice hasta el cuarto grado. Cuando tenía como 10 años mi viejo le vendió esa casa a un señor Altamirano y nos fuimos a vivir al barrio Martín Güemes, que empezaba a poblarse. Yo no me avergüenzo de decir que anduve a patita pelada como se dice porque no tenía zapatillas” contó el hombre, que mide 1,49 m. de estatura.

Seguidamente puntualizó “como mi viejo trabajaba en el aserradero de Maluff, que estaba por la Adolfo Puebla frente al correo, me puse a ayudarle. Un día le dije que quería terminar la escuela y doña PiruchaMaluff me habló de la escuela nocturna. El papá me compró un cuadernito y un lápiz y yo empecé a estudiar, hasta que pude terminar la primaria. Gracias a Dios aprendía a leer y a escribir. Después empecé a trabajar de ayudante albañil, con don Luis Bustos hicimos muchos frentes de granito. Nunca aprendía pegar un ladrillo”.

Al relatar sus inicios en el mundo de la música dijo “cuando llegamos al Martín Güemes a mi viejo le gustaba salir tocar la guitarra a las fiestas de carnaval que se hacía en lo de don Guillermo García y doña María boliviana que le decían a la mujer. Mi papá cantaba con mi mamá, pero tocaba con una sola guitarra, la mamá hacía primera y él hacía segunda. Yo siempre los miraba y pensaba si yo podría algún día tocar la guitarra. Mirándolos a ellos y a mi padrino Ramón Fuentes me fui atreviendo a hacer las primeras posturas en la guitarra. Con el tiempo conocía a Anselmo de Mendoza (Anselmo Bustos) y él me fue enseñando a tocar. Empecé haciendo tonadas, después mejicano cuando empezaron doña Dorys (Lucero) y el Omar (Muñoz) un programa en la radio Malargüe que se llamaba La noche y tú, donde ponían toda esa música. Con el Sergio Aravena formamos ´Los gorriones del sur´ y fuimos los primeros en Malargüe en hacer un dúo de música mejicana. Yo no tengo ningún tema mío, todo lo que hago es de lo que escucho de Los cantores de la Cañadita, Los cantores del sur, Los reseros del Atuel, Los trovadores de Cuyo. Cuando escucho un tema se me graba ahí nomás, después agarro la guitarrita y me pongo a ensayar hasta que lo que saco. Lo que más me gusta del folklore son las tonadas, los gatos, las cuecas. Zambas se poquitas”.

Sus primeras presentaciones como cantor y guitarrero fueron en el bar “El Guachito”, de Ricardo Roco, ubicado en calle Adolfo Puebla.

“En ese bar se juntaban todos los guitarreros de Malargüe. Me recuerdo a los hermanos Urquiza (Héctor y Carlos), que le decían de apodo ´Los teros´. Eran un Señores, uno se quedaba maravillado de como tocaban la guitarra y cantaban. Hacían unos tangos instrumentales que eran únicos. También tocaban boleros, tonadas, de todo, hacían cosas hermosas con las guitarras. Anselmo Bustos fue otro que se vino a Malargüe y compartió mucho conmigo, me llevó a cantar al Festival del caballo a San Rafael. Después toqué en el bar de César Montesino, donde conocí a mucha gente del campo. Los dueños de los bares eran personas muy responsables con los clientes, el que llegaba tomaba tranquilito, se tomaba un trago y escuchaba las canciones. Cuando voy a cantar a algún lugar me gusta hacer buena letra” expresó con nostalgia el hombre.

Luego agregó “lamentablemente las tradiciones se van perdiendo, ya casi nadie hace velada de santo, los casamientos son pocos y las familias se juntan cada vez menos a festejar. Hoy los más jóvenes son distintos, todo lo quieren terminar en peleas y eso no es bueno. La juventud tiene que aprender comportarse con respeto”.

Fiel escucha de LV 19 radio nacional Malargüe mencionó al desaparecido Jorge Rivas Paz como el primer locutor que le dio un espacio en ese medio en el programa “Feliz domingo Malargüe”.

Ha compartido con grandes del folklore mendocino como “Pichón” Moyano, Jorge y Hugo Sepúlveda, Tomás Martínez, “Toti” Pérez, Juan Carlos Pavés, Anacleto Díaz. Todos los folkloristas malargüinos tienen anécdotas con él.

“Me gusta cosechar amigos, conocer bien a la gente. Tengo muchos recuerdos de tantas

Dante ha llevado su canto a cada rincón de Malargüe, recorriendo innumerables puestos en otras tantas fiestas familiares o veladas de santos. El sur mendocino también ha escuchado los acordes de su guitarra, como también otras provincias vecinas como La Pampa, Neuquén, San Luis, Córdoba y hasta la república de Chile.

Se gana la vida “haciendo changuitas”, limpiando predios de cabañas o como ayudante de albañil.

Tiene tres hijos: Ricardo Dante, Belen Mercedes y Luciana Celeste, quienes les han dado seis nietos.

Dante Vera es un cantor popular de Malargüe, de perfil bajo, reconocido por su calidez, buen humor, optimismo, generosidad, humildad y respeto.

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