Presidente Alberto Fernández al momento de recibir su vacuna (Foto Twitter)

Hace más de un año que el mundo está sufriendo los efectos de una pandemia que complicó la vida de la humanidad y provocó un impacto letal en la salud y la economía. La gran mayoría de los países tardaron meses en acomodarse. Dado lo inusitado del panorama, improvisaron distintas salidas y dispusieron, a prueba y error, distintas salidas a tan tremendo desastre que involucró a todos.

La primera ola tomó de sorpresa a más de un país y provocó corridas y grandes inversiones en el área de la salud y en muchos casos dejó descuidada a la economía, en pos de un «bien mayor». Muchos muertos quedaron en el camino debido a la inexperiencia para tratar a este virus que comprometió la vida de tantos.

Con el calor, los distintos hemisferios tuvieron su respiro y la posibilidad de reflexionar sobre lo actuado y rearmarse para los próximos picos que se desarrollarían con la vuelta del invierno, pero con un aprendizaje, la economía debía cuidarse de la misma manera que se cuidaba la salud para no permitir que las empresas quebraran y cientos de miles de empleos se perdieran. 

Afortunadamente la ciencia se puso a disposición de los países y las vacunas, con una rapidez nunca registrada en la historia de la humanidad, surgieron para combatir este virus tan infeccioso y letal. Con más herramientas para enfrentarla, la segunda ola, que fue más virulenta, quizá fue manejada con más experiencia y con campañas de vacunación masivas que, con el tiempo, van mostrando su efecto.

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Argentina

En nuestro país esta historia no es tan lineal y ha sido muy contradictoria y errática. Fuimos encerrados en una cuarentena de meses, habiéndose producido tan solo 128 casos -cuando previamente se había subestimado el impacto de la enfermedad en nuestras latitudes- y el cierre fue tan largo y extremo que dejó la economía en estado terminal y a la espera de ayuda para resurgir.

El Estado pobre y sobredimensionado brindó ayuda a los que menos tienen y se dedicó a emparchar a algunos sectores, con un mínimo de apoyo al empleo y dejando abandonados a otros-turismo, construcción de obras públicas, varias actividades vinculadas al comercio, la industria y los servicios- de los cuales solo pocos sobrevivieron, gracias a su propio esfuerzo.

Ese Estado, no se atrasó en los sueldos de su infinidad de funcionarios nunca y no se achicó ni un poco, en pos de aportar a estas dos áreas, que estaban en alerta. Pero, si se preocupó de cobrar puntualmente el sin número de impuestos con los que busca sostenerse y que destruye a tejido empresarial y dejó de lado muchas de sus obligaciones como la seguridad, la educación, entre otros.

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En este país la clase política y las autoridades van y vienen, no tienen ningún empacho en cambiar de opinión en el camino (tema en el que podemos citar miles de ejemplos), ni se ahorra actos «nonsantos » y demuestran su improvisación en cada paso.

No hubo oportunidad de resurgimiento económico por parte de la sociedad en la ventana que abrió el verano, con la baja de casos. Pero en cambio, la clase política se dedicó a atacar la institucionalidad democrática o a afectar sectores de la economía que aún están produciendo o a arruinar todos los posibles convenios para obtener las vacunas que en enero debieron (según lo prometieron) servir para vacunar a la mitad de la población y que debido a la falta de pericia o por motivos que desconocemos de los funcionarios, hemos desaprovechado.

LA RETACERÍA

También se perdió tiempo en equipar más a la salud. Hoy, a un mes del invierno, tenemos la capacidad de camas UTI al borde del colapso y en algunas regiones ya se está eligiendo a quien asistir con oxígeno y a quien no, porque no hay más recursos para asistir a los pacientes. Esto sin mencionar el estrés que sufre desde el inicio de la pandemia un personal de salud agotado y mal pago o la falta de oxígeno o la escasez de medicamentos para la terapia intensiva.

El resultado de todo este desorden es que Argentina, a diferencia de la mayoría de los países de la región, posee niveles de vacunación bajísimos y casi nada de disponibilidad de un elemento que hubiese servido para frenar el avance de la segunda ola.

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 Y acá estamos…

Antes de que comiencen los fríos nuestro país está nuevamente cerrado.

Partiendo de un escenario mucho peor que el de 2020, con 75.000 fallecidos, más de tres millones de personas que atravesaron la enfermedad y sin margen para nada. Las disposiciones del Gobierno nacional hoy están al borde de no ser cumplidas por gente que sabe que, si no trabaja, no come y aprendió que no puede esperar nada del Estado y que encerrarse es inútil. La población está desgastada física, psíquica, moral y económicamente por la pandemia y agobiada por una inflación que nadie puede controlar y que cada vez expulsa a más personas a la pobreza y a la miseria.

Hoy, deberíamos ser muchos más los vacunados, estar mucho mejor provistos de recursos y con más personal para atender a los enfermos. Pero no nos basta con llorar por lo que no se hizo. Con el tiempo, los responsables de todo este caos deberán ser juzgados por su desempeño y sin dudas, recibirán al menos la condena de la ciudadanía.

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Ya es momento de poner todos los esfuerzos en vacunarnos. Abrir el juego para que todos los estados provinciales puedan comprar vacunas y dejar que los privados también puedan hacerlo, para que el sistema de salud vuelva a su equilibrio, las empresas vuelvan a funcionar, los trabajadores vuelvan a sus puestos, los niños vuelvan a estudiar y el país entero pueda recuperar su vida normalmente. Las autoridades de todos los niveles, nacional, provincial y municipal deben planificar acciones a corto y mediano plazo para diseñar soluciones eficientes para la pandemia y generar medidas que corrijan el rumbo desastroso de la economía.

Queremos vacunas para todos, lo antes posible y queremos volver a nuestras actividades y recuperar los derechos que la democracia garantiza y que por tanto tiempo nos han sido arrebatados.

Firmado: Unión Comercial e Industrial de Mendoza-Patricias Mendocinas 1157 (M5500EAM) Telefax: 4299086 ucim18@gmail.com info@ucimendoza.com.arwww.ucim.org.ar 

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