El problema no es la foto que pone en evidencia la comisión de uno o varios delitos por parte del presidente y su concubina, sino quién es el buchón.
El problema no es que haya una cacería oficial sobre quienes podrían tener más fotos y videos comprometedores, sino los «métodos» que habría utilizado la periodista Guadalupe Vázquez para conseguir el material.
El problema no son los más de 70 legisladores nacionales del Frente de Todos que se «fotean» en un asado de fin de año, violando los DNU que regulaban el aislamiento, sino la supuesta «opereta» que quiere montar la oposición con esa situación.
El problema no es que esos mismos legisladores se nieguen a ir a sesiones presenciales por miedo al contagio, pero si vayan a un asado en donde se violaron las normas y protocolos vigentes, siendo ellos funcionarios públicos.
El problema no es la justicia que ante la evidencia irrefutable de dichos delitos, busque desesperadamente la manera de no actuar, o de hacerlo sin consecuencias para los delincuentes, sino qué miembros de la oposición presentan la denuncia porque ningún fiscal actúa de oficio.
El problema no son los jueces federales que dejan salir a todo tipo de delincuentes para disimular la salida de los condenados por KORRUPCIÓN. Jueces que ellos mismos nombraron porque desde 1983 cuentan con mayoría en el Senado de la Nación. El problema es el lawfare montado por la «mesa judicial de Macri para perseguir opositores».
El problema no es que se hayan vacunado ellos antes que nadie, violando la más elemental ética y moral y riéndose de los argentinos, porque de última, estamos frente a «la más exitosa campaña de vacunación de todos los tiempos en Argentina».
El problema no es falsear datos en documentos oficiales para hacerse de vacunas, el problema fue no haberse sacado una foto como prócer a quien la sociedad le debe algo.
El problema no es nombrar como Ministro de Defensa a un guerrillero asesino que fue condenado en un gobierno democrático de ellos mismos, el problema es que quienes lo critican avalan a Videla y Massera.
El problema no es problema, porque el delito no fue delito.
El robo de vacunas no es tal, porque «no existe tipo penal que castigue a quien se salta la fila».
Las condenas no son condenas, es lawfare, o no son temas judiciables.
Violar el DNU de aislamiento, no es delito, «fue un error que no debería haber ocurrido y que los miserables de la oposición magnifican».
El problema no es que Juntos por el Cambio tenga minoría en ambas cámaras, y los pedidos de informe, el pedido de juicio político, los repudios y los frenos a este gobierno de indecentes no prosperen, sino quiénes de la oposición se sumaron a esos pedidos.
El problema no es que los integrantes del Frente de Todos, en bloque violen las normas y luego busquen la impunidad y el ocultamiento, sino las actividades «golpistas» de quienes los denuncian.
El problema no son los 10 años de Menem, los 2 años de Duhalde, los 4 de Néstor, los 8 de Cristina y los 2 de Alberto, el problema son los 4 años de Macri.
Las deudas sociales no son del PJ y sus mutaciones, son «deudas de la democracia»!
El problema nunca es el problema, sino el relato que con eficiencia monta el peronismo / kirchnerismo para nunca hacerse cargo de nada.
Menem no era peronista, era neoliberal….
Duhalde es un prócer que arregló el país luego del «desastre que dejó de De la Rúa», a quien voltearon.
Néstor desendeudó al país, sin aclarar que solo ante el FMI donde pagábamos tasas de 4%, para lo cual hizo un swap de deuda con Venezuela / Chávez al 16% en dólares.
Cris te dio derechos, pero para ello se comió todas las reservas del BCRA y el superávit, para entregar el poder con un déficit de 6% del PBI, una deuda de U$D 240.000.000.000, más juicios en el CIADI, demandas perdidas ante los Holdouts, el Plan Gas, la deuda privada, el cepo, las tarifas planchadas y el default.
Alberto «está arreglando el problema que le dejó Macri», que entregó el gobierno con 0,4% de déficit, reservas de +U$D 50.000.000.000 y tarifas al día, para llevarnos a un déficit del 10% PBI, tarifas planchadas, y récord en:
* emisión monetaria
* inflación
* muertes por COVID
* éxodo de argentinos
* cierre de PyMEs
* pérdida de puestos de trabajo
* salida de empresas multinacionales del país
* pérdida de rutas y empresas aéreas
* déficit de AA
* desaparición de la inversión
* cotización del dólar
* riesgo país
* planes sociales
* presión impositiva
* creación de nuevos impuestos (19 desde que asumió AF)
* nombramientos de militantes en el estado
* destrucción del salario real de todos
* otorgamiento de jubilaciones a quienes no aportaron
* reducción de jubilaciones a los que aportaron
* reducción del consumo de carne, el más bajo de los últimos 100 años
* reducción de las exportaciones
* endeudamiento a razón de U$D 33.000.000.000 por año
* etc.
En lo único que son eficientes y efectivos, es en la constante imposición de relatos para cambiar el eje de las discusiones.
Así, logran que nunca ataquemos el origen de nuestros problemas, y estemos enfocados en el AHH PERO . . .
Ahhh, pero Macri
Ahhh, pero la oposición
Ahhh, pero el COVID
Ahhh, pero el FMI
Ahhh, pero los medios hegemónicos
Ahhh, pero las grandes empresas
Ahhh, pero . . .
Ahhh, pero . . .
Ahhh, pero . . .
Ahhh, pero . . .
Y del otro lado, estamos los «paladares negros» de la República, pretendiendo pasar de ser Argenzuela a Suiza, por la sola elección de un líder todopoderoso y salvador, que como por arte de magia nos lleve al primer mundo en 4 años como máximo.
No entendemos que para resolver 70 años de desaciertos, se necesita un proceso, que necesariamente requiere un cambio en la composición del poder legislativo, que es justamente lo que está en juego en esta elección.
En 2023 vendrá la elección de un presidente, que fije rumbo hacia una Argentina de progreso y luego, años, lustros o décadas de trabajo y políticas de estado que, más allá de las tormentas eventuales en el camino, mantenga inalterable el rumbo, con el objetivo puesto en ser potencia.
Frente a esta realidad, tenemos tres caminos.
1) Seguir repitiendo los errores del pasado.
2) Hacer la fácil, y huir.
3) Tomar consciencia de nuestra situación, y actuar en consecuencia, con templanza y disciplina.
¿Qué opción elegís?
Por Patricio Civit
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