Por Fer Tau

Buen día y buen domingo, me apuro en finalizar la nota a última hora del viernes, ya que mi DNI finaliza en 5 y el sábado no me corresponde, para entregarla sin complicaciones. El domingo sí podría hacerlo a primerísima hora, pero para qué jugarse si tenemos casi tooodo el día, todos los días con tiempo de sobra para dedicarnos a nuestros quehaceres puertas adentro.

Para el que vio a Argentina campeón del 78 sabe de memoria la frase del Capitán ingeniero “hay que pasar el invierno”, bien, en esa dirección vamos. Con 45 días de cuarentena, cada vez menos billetes en el bolsillo, casi sin perspectivas de recaudación en el comercio, los depósitos de mercadería cada vez más vacíos y sin esperanza de recuperar el stock con el que se contaba, uno toma noción de cómo es la rueda del dinero en una plaza como Malargüe.

¿Y cómo es la rueda del dinero en Malargüe? Se mueve más o menos así: Uno cobra el sueldo o le depositan en la ANSES, sale a la calle y hace las compras en comercios, acá el dinero toma dos direcciones: paga sueldos y se reinicia la rueda del gasto, empiezan las recompras a proveedores mayoristas, que la mayoría no es de acá, o sea, el dinero se va, ya sea en depósitos bancarios o en efectivo. Ese dinero que se va, el mayorista de Mendoza lo transfiere a las fábricas que los elaboran que generalmente no están en Mendoza. Esas fábricas lo utilizan también para sueldos/impuestos/insumos y el lugar de esta rueda ahora es una larga espiral de fuga que termina con que el dinero que teníamos en el bolsillo aterrice en cualquier parte del país o del exterior, donde se elaboran las materias primas para su elaboración.

¿Qué elaboramos de materia prima en Malargüe? Además de algunas huertas, crianceros y feedlot, creo que nos quedamos ahí. No tenemos desarrollo genuino de materias primas que dejen billete en el ahorro malargüino, entonces nunca podremos generar riqueza porque solo dependemos del dinero que nos ponen en el bolsillo.

Tenemos buenos sueldos para petroleros que también se le está complicando la mano, lo de minería se va derecho del departamento. Solo nos queda rezar y esperar el ingreso millonario para la obra Portezuelo del viento que nos salvaría.

¿Qué hacemos con la única industria que venía en franco crecimiento, con recursos e inversiones genuinas, donde el Estado no pone un mango, se generan muchos puestos de trabajo, consumo en los comercios y circulante en la gente? La tenemos relegada al fondo del salón, en la última fila y si levanta la mano para hacer alguna consulta o apreciación, se le dice que sí para consentir pero no se hace nada. Se ve el esfuerzo de la Dirección de turismo pero los ponen a remar solos, para cruzar el océano como puedan. El turismo no se pisa con petróleo, son diferentes áreas de trabajo que no se superponen. Es una pata de la mesa que en Malargüe que se la ignora y puede dar mucho, no sé si como el petróleo pero te contiene la clase media. Solo necesita una cosa que tendría que estar bien hecha pero no se hace: las rutas.

No se les da pelota, ya lo venimos padeciendo desde hace varios años. Si las rutas estuviesen en el estado que tendrían que tener me animo que Malargüe, en el ámbito nacional, seria potencia. Pero no lo somos, parece que no hay ganas.

En breve y con el tendal que va a dejar esta crisis empezaremos un nuevo libro de nuestra historia, que nos toca escribirlo a nosotros. Aprovechemos esta nueva línea de largada y arranquemos primeros, tal vez tengamos unos sponsor de luxe que si el Estado se aviva, los despierta para que hagan lo suyo: Vialidad provincial y vialidad nacional. En caso de lograr esto, les garantizo que hacemos podio.

Oootro tema, diría Santo Biasatti

La convivencia y cuasi encierro nos limita, nos colma un poco la paciencia y, ya que estamos haciendo tareas y manualidades en casa, habría que colgar o buscar en YouTube un tutorial para hacer un purecito con media pastilla de algún tranquilizante. Tomemos la pastillita prestada a la abuela, que no se va a dar cuenta, la hacemos polvillo, la mezclamos un poco de chicle masticable del sabor que más nos guste y a masticar la bronca. Nunca lo probé, pero tendría que relajar para no terminar como Susana Giménez revoleando ceniceros dentro de la casa.

Y para terminar, la buena noticia, ya que estamos aislados de la provincia y del país, entonces somos soberanos, la Republica de Malargüe. Además no vamos a tener entre nosotros una plaga que está empezando a sufrir el ciudadano argentino, la suelta de presos (en vez de palomas, soltamos rapaces). Tendremos flagelos naturales y convivimos desde siempre con ellos, pero este asunto que tiene naturaleza en la idiotez política, no nos toca de cerca. Pateemos la inauguración de la alcaidía de Malargüe pronta a inaugurar que tanto reclamamos para más adelante.

Hasta la semana que viene.

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