La pasada ha sido una semana de mucho dolor en Malargüe. Otra tragedia atravesó a la sociedad malargüina cuando en medio de un descontrol total murió un joven por un disparo, aparentemente esa bala salió del arma de una mujer policía.
Esa madrugada, en mayor o menor grado, muchas fueron las víctimas.
Un joven murió. Pagó con su vida por estar envuelto junto a varios otros en una situación que ninguna institución pública, ni su ambiente familiar, pudieron contener ni prevenir. Esa noche fue Kevin, pero podría haber sido cualquiera de los integrantes de esas bandas antagónicas que han venido escalando en violencia las últimas semanas.
Los cuatro policías que acudieron al llamado del 911, que se vieron superados en número y por la situación de violencia, también son víctimas de un Estado que los ha desprotegido en el cumplimiento de su deber.
Son víctimas las familias de los involucrados, que de un momento para el otro entraron en una pesadilla y debieron empezar a tratar con abogados, hablar de marchas pidiendo justicia, todo esto laceradas por un dolor inaguantable que les nubla los sentidos.
La sociedad anestesiada por los problemas económicos diarios no ha reparado aún en la tragedia institucional que vivió la Policía con la pérdida de poder que atraviesa. Quién de sus miembros de ahora en más se arriesgará a poner orden cuando, como en ese día, desesperados llamen los vecinos si lo que les espera es a ellos la cárcel, si desgraciadamente algo se sale de control.
Hoy cada uno de los policías de la ciudad es víctima del miedo a ser los próximos destinatarios de los aplausos de unos pocos ciudadanos que los apoyarán si algo sale mal. Con esta pérdida de autoridad estamos destinados a tener policías hábiles en hacer actas de infracciones y tomar denuncias en la comisaría pero impotentes para frenar el delito, por lo que cada uno de los ciudadanos también nos hemos convertido en una potencial víctima.
Hoy es el momento de pacificar.
Es el momento de dejar que la familia y amigos de Kevin lloren su muerte y hagan su duelo.
Es el momento de dejar que el poder judicial haga justicia y solicitamos que sea pronto.
Es el momento de recordarle a cada familia que está criando niños que los límites son buenos y necesarios. Que el amor, la verdad, el bien y la belleza son valores que se deben inculcar desde el nacimiento porque son la única forma de contribuir a formar una sociedad sana.
Es el momento de que los medios de comunicación sean responsables y prudentes y que cada uno de nosotros usemos las redes sociales con el mayor de los respetos.
Es el momento de agradecer a cada maestro, a cada profesor, a cada líder deportivo, a cada profesional de la salud, por el esfuerzo diario de contención a tantos niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Por favor, no bajen los brazos.
Es el momento de decirle a los policías que contamos con ellos y que no nos dejen desprotegidos porque lo peor que nos puede pasar como sociedad es vivir en el miedo.
Pedimos al gobierno de Mendoza un edificio digno en nuestra ciudad para la policía, más cámaras de seguridad para prevenir el delito, más móviles, más policías, mejor equipamiento, y sobre todo, más y mejor capacitación a su personal.
Malargüe no necesita más víctimas.
Firmado: Centro de Acción Departamental PRO Malargüe.
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