La representante de Santa Rosa, Natasha Sánchez, fue elegida con 66 votos reina nacional de la vendimia, mientras que la virreina provino de Maipú y es Giuliana Pilot.
La elección contó con el voto de los intendentes, las integrantes de la Corenave y Covinave (Comisión de Reinas y Vireinas Nacionales, respectivamente), además del público, y en esta ocasión pudieron votar los que tenían DNI que finalizaba con 9.
Natasha Sanchez tiene 21 años y representó al distrito del Barrio Primavera. Se consagró en la fiesta departamental Vendimia de la memoria y el reencuentro. Actualmente cursa cuarto año de la carrera de contador público.
Giuliana Pilot, es la Virreina, tiene 20 años y estudia Comunicación Social. Representó al distrito de Coquimbito y fue coronada en la Vendimia de reencuentros.

El espectáculo “Milagro del vino nuevo”

Previo a la elección de la reina se presentó “Milagro del vino” un espectáculo que relató la historia de las mujeres y hombres que han hecho grande a Mendoza y a nuestra patria.
La edición 2022 del Acto Central de la Fiesta estuvo integrada por una obertura y 12 cuadros y giraron en torno de un milagro que guarda un misterio. Y que cada año se resuelve con la aparición de las viñas que reverdecen, con la elaboración del vino nuevo y la realización de una nueva fiesta. Fue volver al ritual festivo de cantarle al vino, que contiene el sabor de la tierra, la memoria del agua y los sueños de los mendocinos.
Quizás una forma de sintetizar la actual edición es como lo expresó el equipo de artistas que este año hicieron la Fiesta: “Queremos y celebramos la Vendimia como un milagro. Es la risa, el brindis y el abrazo más sentido que podemos darnos”, señalaron desde el staff.


Doce cuadros y una flor mineral en la obertura
En la Obertura, el cosmos inicial, envuelto en brumas y aparece el agua como factor propiciador de la vida. Emergió del desierto la primera flor, obra escultórica de la artista María del Carmen Ramírez, íntegramente realizada en metal, como elemento intermedio entre lo inorgánico y la existencia.
Luego, la naturaleza fue expresada por animales y vegetación. El agua fecunda el paisaje. En escena, un volcán realizado como una caja lumínica en relieve dio origen al primer cuadro coreográfico, despidiendo lava, fuego y humanidad.
A partir de la lava, de las entrañas de la montaña, Hunuc y Huar, el primer hombre y la primera mujer. Él doma el viento con su quena y ella expresa, con su canto, la esencia humana que se manifiesta en el arte. La Danza del Fuego Andino recreó a las primeras comunidades del Cuyum.

Posteriormente, el agua que bendice la tierra con la fertilidad impulsa el trabajo. Las alegrías y tristezas del pueblo trabajador concluyen con la aparición de los frutos, la cosecha. Y la vida –como milagro– es arte, memoria, trabajo y fiesta. Es la tierra que gira, la luz que canta y todo lo que danza. Es el vino de la esperanza, la alegría y la fiesta que se desarrolló con Zamba de mi esperanza.
Y luego nuestra industria madre, desde las antiguas bodegas a la tecnificación actual. La naturaleza abundante, con paisajes de vides, cosechas y otoño de antaño con imágenes en sepia. También sobre las grandes pantallas, hubo animaciones con la estética y personajes de los artistas plásticos que aportaron a conformar nuestra identidad local: con obras de los artistas plásticos: Scalco, Bermúdez, Quesada, Roig Matons y Ceverino; y la voz de Pocho Sosa interpretando “Otoño en Mendoza”.
Un coro interpretando Virgen de la Carrodilla mostró la comunión del mendocino entre su tierra y su fe. Procesiones con múltiples retablillos con las vírgenes, recorrieron el escenario y compartieron la emoción con el público.

En la pulpería de doña Melchora aparece un sommelier, interpretado por Adrián Sorrentino, un catador, el actor Aníbal Villa y doña Catalina, por Rodrigo Galdeano que, en un contrapunto humorístico, desarrollaron situaciones típicas de un patio criollo con agudeza e ingenio. Evocaron a Melchora Lemos, una mujer mendocina, pionera en la organización del negocio del vino. Cueca y gato. Risa y humor porque es la fiesta de vivir. Este segmento resultó desagradable para la mayoría del público al sobreactuarse, ponerse voces que no reflejan el habla del mendocino, sino que queriendo graficar esa particularidad que nos caracteriza resultó hasta ofensiva y se alargaron los diálogos cuando no era necesario.
Seguidamente, Ensueño de Llancanelo fue un cuadro onírico y poético sobre el nuestra laguna de Lancanelo. Con tomeros celestiales, flamencos, con la perfección de bailarines clásicos en el escenario y seres de leyenda de Mendoza.
Asimismo, la gesta colectiva de un pueblo que acunó la Libertad de medio continente. San Martín, nuestro mendocino honorario, soñando que Latinoamérica es una sola. Los ríos de Latinoamérica conducen, como venas de cuerpo vivo, la esperanza y determinación de constituirnos en la Patria Grande junto a nuestros países hermanos americanos.
Y llegó la fiesta del vino nuevo, la celebración del vino en clave contemporánea. El vino de los jóvenes urbanos evocó una fiesta. Pero un silencio detenido en el tiempo mostró el azote de la pandemia: la vida en modo virtual, las pérdidas y los héroes. Con profunda intensidad y emoción se recordó la fragilidad y también, la potencia milagrosa del impulso vital que celebramos.
El Milagro del vino nuevo, un canto a la alegría, para subrayar lo mucho que hay que agradecer, recordar y celebrar, junto a La cigarra, de María Elena Walsh, nuestro Himno Nacional Argentino, el Canto a Mendoza enlazados a nuestro tradicional malambo y fuegos artificiales para finalizar una gran puesta con el público ovacionando de pie a nuestra Fiesta Nacional de la Vendimia.

Brilló la vendimia de los cerros
Con danzas, festejos y mucho color, los cerros tuvieron su previa aparte.
A las 18:00 se dio comienzo a esta celebración, a través de bailes y a la vista de los espectadores que se animaban a subir. Entre los distintos artistas, estuvo Cristian Estrella, quien interpretó Ladrón de sueños. Mientras tanto, los organizadores comenzaban a recibir candidatas para reinas del cerro y a ubicarlas en sus lugares.
Luego de explicada la mecánica de votación al público y de una breve presentación de cada una de las posibles representantes, se dio inicio al sufragio.
Enseguida, mientras la gente se acercaba a la mesa a votar, un espectáculo artístico liderado por la Asociación Civil Colectividad de Migrantes Colombianas en Mendoza y el Centro Cultural Raíces llenó de danza la tarde en la montaña, a la espera del Acto Central, que se realizaría en un par de horas.
Una vez llegado a su fin, sobre las 20:00, se realizó el canto de votos y la posterior coronación. Vivian Seballe (Luján de Cuyo) fue coronada como reina y Verónica Pintos (Maipú) como virreina de la Vendimia de los Cerros.
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