jueves, noviembre 21, 2024
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La tragedia de los ’70, más allá de los 7.300 desaparecidos

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El expresidente uruguayo José Mujica ha dicho sobre la guerrilla en su país, de la cual fue uno de sus jefes: «Hay que ir a la historia para aprender»…el MLN (tupamaros) no tuvo en cuenta que cuando jugás con fuego desatás cosas que después no podés dominar». Se arrepentía de la violencia guerrillera ejercida durante un gobierno democrático, porque a la postre este accionar provocó el golpe militar en Uruguay.

En Argentina, los 24 de marzo se conmemora el aniversario del golpe militar de 1976 y el comienzo de una dictadura sangrienta que dejó miles de muertos, pero se omite totalmente que ese golpe tuvo como antecedente ineludible el clima de violencia insoportable que las organizaciones guerrilleras y paraestatales habían instaurado en el país, haciendo caso omiso de que se había un presidente electo en comicios limpios. Es que en esos tiempos, pocos creían en la democracia. Muchos pensaban en que el acceso al poder se lograba a punta de bayoneta, inspirados en la experiencia cubana.

A comienzos de la década del ’70, el país estaba gobernado por el general Onganía, que había derrocado a Arturo Illia con el apoyo del sindicalismo peronista y su plan de lucha desestabilizador. Las principales organizaciones guerrilleras eran Montoneros, FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), Descamisados de origen peronista, ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y FAR de origen trotskista-guervarista. Sus dirigentes habían recibido instrucción militar en la Cuba castrista, que intentaba exportar su revolución y apoyaba guerrillas, especialmente en Latinoamérica.

En junio de 1969 durante la visita a Argentina del vicepresidente de USA, Nelson Rockefeller, las FAR destruyeron con bombas las 9 sucursales de la cadena de supermercados Minimax de propiedad del visitante. Un mes después un comando armado asesinó a tiros al lobo Vandor, un dirigente gremial peronista que había desafiado al viejo líder y pretendía hacer «peronismo sin Perón». Unos meses antes Perón le había profetizado: «Ud. no es tan habilidoso como cree. A usted lo matan. O lo mata la CIA o si le falla al movimiento, lo mata el movimiento».

En 1970 Descamisados secuestró al gerente de la ITT- General Electric, por cuyo rescate cobraron un millón de dólares. Ese año Montoneros debutó con el secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, odiado por las huestes peronistas. Meses después, tomaron la localidad cordobesa de La Calera, llevándose dinero y armas. (Marcelo Larraquy, Argentina, un siglo de violencia política, Sudam., pg 446).

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A Onganía le sucedió Lanusse. Perón desde Madrid alentaba a los jóvenes a proseguir en su actividad violenta para presionar al gobierno y los llamaba «juventud maravillosa». Buscaba generar la certidumbre de que sólo él podría pacificar el país. El líder de montoneros Fernando Abal Medina fue muerto en un tiroteo con la policía en 1970. Su lugar lo ocupó Mario Firmenich.

En 1971 hubo más de 500 atentados guerrilleros. Entre los menos nocivos, montoneros tomó la Casa de Tucumán y dejó pintadas en las paredes. Lanusse ese año creó para el juzgamiento de estos delitos la Cámara Federal en lo Penal, compuesta por nueve jueces. Este órgano, llamado despectivamente «el Camarón», juzgó y condenó a 180 guerrilleros desde su creación hasta su disolución en 1973.

En 1972 el ERP secuestró y luego de un «juicio popular» mató al gerente de la Fiat Oberdan Sallustro provocando un gran estupor. Por su parte Montoneros asesinó al general Juan Carlos Sánchez en pleno centro de Rosario. Las FAP secuestraron al empresario cordobés Aldo Roggio.

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Finalmente Lanusse llamó a elecciones, sin dejar participar a Perón. Este puso en su lugar a Héctor Cámpora que ganó cómodamente. El mismo día de su asunción, el 25 de Mayo de 1973, por presión de las organizaciones guerrilleras, el presidente ordenó liberar a todos los presos que había condenado la Cámara Federal Penal, que se encontraban alojados en la cárcel de Devoto. La Cámara Penal, fue disuelta. Sus miembros sufrieron atentados. Uno, el juez Jorge Quiroga fue asesinado por dos jóvenes en motocicleta, otros tuvieron que marchar al exilio.

Durante los 49 días que duró el gobierno de Cámpora, Montoneros hizo una tregua en la lucha armada. Sus dirigentes ocupaban importantes lugares de gobierno y varios gobernadores les respondían. El ERP rechazó el cese al fuego y siguió operando como antes, a pesar de haber un gobierno democrático. En junio Perón volvió al país. El día de su recepción, una multitud se desplazó a los bosques de Ezeiza para esperarlo. Las dos alas del movimiento peronista se enfrentaron a tiros con varios muertos y su líder tuvo que aterrizar en otro lugar, suspendiendo el acto.

Cámpora duró unos días más y fue obligado a renunciar. Lastiri, yerno de José López Rega, secretario privado de Perón, asumió temporalmente y llamó a elecciones. Montoneros lo sintió como un golpe contra ellos. Su líder, Mario Firmenich en un reportaje del 8 de septiembre del 73 dijo: «El poder político brota de la boca de un fusil. Si abandonáramos las armas, retrocederíamos en las posiciones políticas». Sus acciones inmediatas lo demostraron. 

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La fórmula Perón- Perón se impuso. Tres días después Montoneros asesinó al jefe de la CGT, José Ignacio Rucci, mano derecha de Perón. Ya lo habían amenazado en un acto en cancha de Atlanta: «Rucci traidor, a vos te va pasar lo mismo que a Vandor» gritaban los jóvenes idealistas. Efectivamente, un comando montonero lo acribilló de 25 tiros. La ira de Perón fue irreversible: «Fue la gota que derramó el vaso». En el velorio expresó: «Esos balazos fueron para mí. Me cortaron las patas». 

Perón asumió el gobierno el 12 de Octubre de 1973. Casi de inmediato decidió la creación de la Triple A: Alianza Anticomunista Argentina, bajo la conducción operativa de su ministro y secretario privado José López Rega. Un mes después, esta macabra organización debutó con un atentado explosivo contra el senador radical Hipólito Solari Irigoyen que salvó su vida por poco. Pronto se difundió una lista de condenados por la Triple A con la promesa de matarlos donde se los encontrara. La mayoría de ellos fue asesinado en la calle, otros huyeron al exilio.

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En julio de 1973, Montoneros secuestró en Mendoza al bodeguero Carlos Pulenta, obteniendo 920 mil dólares de rescate. En noviembre de ese año, en Córdoba, las FAP asesinaron con ametralladoras al gerente general de la subsidiaria de Ford, John Swint. Esta misma organización había matado días antes al secretario general de la CGT de Mar del Plata.

El ERP el 6 de diciembre de 1973 secuestró al principal ejecutivo de la petrolera ESSO, Victor Samuelson, por el que obtuvieron un rescate de 14 millones de dólares. La revista trotskista Estrella Roja publicó en tapa una foto del empresario con la consigna «Ninguna tregua a las empresas imperalistas». Fue liberado luego de 144 días de cautiverio y se fue del país. También secuestraron al gerente de Swissair, por el que obtuvieron 5 millones de dólares. Los empresarios internacionales estaban desesperados y huían del país. No menos aterrados estaban los argentinos.

En enero de 1974 el ERP atacó el Regimiento de Caballería de Azul, matando al jefe del cuartel coronel Camilo Gay, a su esposa y a un soldado. El subjefe, teniente coronel Ibarzábal fue tomado de rehén y apareció muerto diez meses más tarde. Perón los calificó como «verdaderos enemigos de la Patria» y llamó a «aniquilar cuanto antes ese terrorismo criminal».  Promovió la renuncia de Bidegain, gobernador de Buenos Aires, Obregón Cano de Córdoba y Martinez Baca de Mendoza, vinculados a Montoneros. Diputados vinculados a esta organización le pidieron una audiencia a Perón. Este los recibió en Olivos y les dijo delante de las cámaras instaladas al efecto: «¿Nos vamos a dejar matar? Lo mataron al secretario de la CGT (Rucci) y nosotros con los brazos cruzados»; «acabamos de ver que una banda de asaltantes invoca cuestiones ideológicas o políticas para cometer un crimen»…»un crimen es un crimen, cualquiera sea la pasión que impulse al criminal». Días después renunciaron 8 diputados vinculados a Montoneros y fueron expulsados del partido.

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En dos semanas, la Triple A voló 25 unidades básicas vinculadas a Montoneros y 13 militantes resultaron muertos. Para Perón pasaron en pocos meses de ser la «juventud maravillosa» a «el enemigo infiltrado». El 1 de mayo del 74 la ruptura fue pública y evidente cuando Perón detrás de un vidrio blindado los echó de la Plaza de Mayo, durante el acto del Día del Trabajador. Fue un intercambio dialéctico fuerte. El general los trató de «estos estúpidos que gritan». Ellos le contestaron con consignas agresivas. Él les dijo «algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que lucharon durante 20 años…y han visto caer a sus dirigentes asesinados sin que todavía haya tronado el escarmiento». Y ellos «Rucci, traidor, saludos a Vandor». Las columnas montoneras dejaron la Plaza. Perón murió dos meses después y a partir de ese momento la violencia se tornó incontenible. (Ceferino Reato, «Los 70. La década que siempre vuelve», Sudamericana, 92/95).

Con Isabel Perón en el poder y López Rega como hombre fuerte del gobierno la lucha fue sin cuartel. Dos semanas después de la muerte de Perón, Montoneros asesinó de 32 balazos mientras almorzaba en San Justo al radical Arturo Mor Roig, quien fuera ministro del interior de Lanusse.

En 1974, Montoneros secuestró a dos importantes empresarios bodegueros en Mendoza, Pacífico Titarelli en mayo, que no reveló el monto del rescate, y Roberto Gargantini que pagó 3 millones de dólares. Esta bodega quebró unos años después.

El 10 de agosto del 74 el ERP intentó infructuosamente tomar la fábrica de armas de Villa María matando a tres policías y secuestrando el subdirector de la fábrica militar, mayor Argentino del Valle Larrabure, que fue encontrado muerto y torturado más de un año después en una «cárcel del pueblo».

El 19 de septiembre del 74 un comando de Montoneros secuestró a los hermanos Jorge y Juan Born, herederos de la mayor multinacional argentina Bunge y Born. En la acción mataron a su custodio y a otro empresario que iba con ellos en el auto. Fueron liberados después de nueve meses de cautiverio y del pago de un rescate de 60 millones de dólares, el más alto de la historia mundial. Actualizado a la fecha, el rescate sería de unos 250 millones de dólares. Los Born se mudaron a Brasil para nunca más volver. Como se ve, los muchachos estuvieron «combatiendo al capital» con mucho éxito, como dice la marchita. Hay un reportaje en youtube de la periodista María O`Donnel a Jorge Born muy interesante en el cual cuenta algunos pormenores de su suplicio.

A fines de 1974, Montoneros mató al jefe de la Policía Federal Alberto Villar, uno de los líderes de la Triple A y a su esposa, colocando una bomba en su embarcación. En esos días el ERP asesinó al capitán Humberto Viola y a su hijita de 3 años María Paula cuando viajaban en su auto en Tucumán. Resultó gravemente herida su otra hija de 6.

1975 fue un año aún más fatídico que los dos anteriores. El diario inglés Sunday Telegraph publicó una crónica titulada «Un país enamorado de la muerte» y señalaba que Argentina asistía a una «orgía de asesinatos de la derecha y la izquierda». El periodista argentino Graham- Yooll, publicó un trabajo de 33 páginas titulado «Los muertos de 1975», una recopilación de los muertos de ese año tomada de los diarios de la época y los comunicados de las organizaciones de derecha e izquierda. El listado con nombre, edad y grupo que lo mató es de 1.065 personas asesinadas en 1975, más de tres asesinatos políticos por día (citado por Ceferino Reato, Los 70, pg. 98).

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En febrero del 75 Isabel ordenó al Ejército «neutralizar y/o aniquilar» a los elementos subversivos en Tucumán, donde el ERP había iniciado una lucha foquista en la selva. Fue el llamado Operativo Independencia. Por primera vez el ejército entraba en acción en esta lucha, antes reservada a la Triple A, compuesta por policías y civiles.

Ese mes Montoneros asesinó al cónsul de Estados Unidos en Córdoba, John Patrick Egan. Encontraron su cuerpo en un baldío atado y mutilado (Ceferino Reato, Viva la Sangre). Esto provocó un lógico escándalo internacional para el país.

La lucha fue trágica para ambos sectores con asesinatos como el de Cáceres Monié y su esposa en Entre Rios y la bomba puesta en un avión Hércules en Tucumán donde murieron varios soldados y por otra parte, el ejército desplegando una lucha sin cuartel contra el ERP en Tucumán, con muchas muertes y las primeras desapariciones.

Ese año, Montoneros asesinó a Adolfo Hegger de empresa Bendix, al dueño de metalúrgica Dalbosco, a Antonio Muscat ejecutivo de empresa Alba; al gerente de Acindar, Raúl Gameloni; a Alberto Salas, ejecutivo de Fiat de Córdoba, entre muchos otros. También secuestraron al gerente de Mercedes Benz, Enrique Metz por quien obtuvieron 4 millones de dólares.

El 5 de octubre de 1975 Montoneros decidió atacar el cuartel del Ejército en Formosa, secuestrando un avión, en la llamada Operación Primicia. Encontraron una resistencia inesperada de parte de los soldados que cuidaban el cuartel y no pudieron tomarlo. El saldo fue de 10 guerrilleros, dos oficiales y 10 soldados muertos.

Fue la primera operación de Montoneros contra un cuartel militar. Las anteriores las había protagonizado el ERP. Después de esto los militares decidieron dar el golpe en marzo del año siguiente. El gobierno de Isabel dictó otro decreto ordenando al ejército extender su actuación a todo el territorio nacional para «aniquilar» a la subversión.

En diciembre de 1975 el ERP decidió una operación muy grande en las afueras de Buenos Aires, intentando tomar el arsenal de Monte Chingolo, el más grande del país. La delación de un infiltrado hizo que el ejército los estuviera esperando. En el combate hubo más de 80 terroristas y 9 militares muertos. Las acciones en Tucumán y esta fallida operación determinaron prácticamente el fin del poder de fuego del ERP.

No obstante en febrero de 1976, el ERP asesinó en Córdoba a Héctor Minetti, dueño de la Compañía de Cemento Portland y de Minetti S.A. En su parte de guerra la organización expresó: que habían ajusticiado «al explotador Hector Minetti», «con profundas muestras de satisfacción». Dos años antes había logrado evadir un intento de secuestro. Unos meses después sus líderes Roberto Santucho y Benito Urteaga fueron descubiertos y ultimados en su escondite de Villa Martelli, luego de un tiroteo en que murió también el capitán Juan Carlos Leonetti.

En una entrevista que le hizo García Marquez a Firmenich en 1977 citada por Reato en Los 70, el líder montonero dijo lo siguiente: «Desde octubre de 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón nosotros sabíamos que se gestaba un golpe militar para marzo del año siguiente. No tratamos de impedirlo porque al fin y al cabo formaba parte de la lucha interna del movimiento peronista. Pero hicimos nuestros cálculos y nos preparamos para sufrir mil quinientas bajas en el primer año. Si no eran mayores, estaríamos seguros de haber ganado. Pues bien: no han sido mayores».

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Efectivamente, el 24 de Marzo de 1976 llegó el golpe militar. El periodista inglés Robert Cox, director del Buenos Aires Herald, entrevistado por Ceferino Reato dijo respecto del golpe «la mayoría de la gente lo esperaba y lo deseaba». La violencia política se había tornado insoportable. Los militares produjeron en los primeros meses miles de secuestros y desapariciones. La tortura fue un método usado para que los secuestrados delataran a sus compañeros y así proceder rápidamente contra ellos. Los vuelos de la muerte eran semanales, arrojando al mar desde aviones a personas dopadas con inyecciones. Montoneros continuó con algunas acciones, como la potente bomba que uno de sus militantes puso en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal que dejó 23 muertos y 80 heridos. También fue asesinado Cesareo Cardozo, jefe de la policía federal, cuando una compañera de estudios de su hija, Ana María Gonzalez de 18 años, puso una bomba de 700 gramos de trotyl debajo del colchón su cama y otros empresarios como Carlos Farinatti, ejecutivo de ENTEL, Carlos Berconetti, de Fiat Córdoba, y Daniel Cash, sub gerente general del Banco Nación.

A fines de 1976 las Fuerzas Armadas ya habían desintegrado buena parte de la estructura de Montoneros. Sus líderes, empezando por Mario Firmenich, salieron del país en una «retirada estratégica». En 1977 asesinaron entre muchas otras personas al ejecutivo de YPF, John Schwer.

En 1978 una joven militante de Montoneros puso una potente bomba en el departamento vecino al del vicealmirante Lambruschini. Como consecuencia murió asesinada su hija Paula Lambruschini de 15 años y otras tres personas.

En 1979 hubo varios soldados montoneros, entrenados en el Líbano entraron clandestinamente al país en el marco de la llamada «contraofensiva montonera» y entre otros atentados asesinaron al importante empresario Francisco Soldati, que en 1973 había pagado a montoneros 1.5 millones de dólares para liberar a su hijo Santiago de un secuestro. En «Fuimos Soldados», Marcelo Larraquy cuenta con detalles la historia de esta contraofensiva montonera dirigida desde el exilio por Firmenich y la conducción instalada en México. En 1980 unos veinte soldados intentaron ingresar nuevamente al país, pero la inteligencia del ejército los descubrió apenas pisaron suelo nacional con fatales consecuencias. Fue el último intento de acción militar de montoneros.

Al término de la dictadura, Alfonsín decidió juzgar la violencia de los 70. Formó la CONADEP para investigar lo sucedido y presentarlo a la justicia. El justicialismo se negó a apoyar. Esta comisión presidida por Ernesto Sábato redactó el informe titulado Nunca Más. En su prólogo decía: «Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda…A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos». La justicia condenó a las cúpulas militares y guerrilleras. Años más tarde Menem indultó a unos y otros.

El saldo de toda esta locura según el informe del Estado elaborado en 2015 durante el kirchnerismo fue de 6348 desaparecidos y 952 asesinados en ejecución sumaria durante la dictadura. En total 7.300 personas. Este informe se difundió durante el gobierno de Macri, pero fue elaborado en el anterior. En 2006, Nestor Kirchner agregó un Anexo de más de 1.169 personas desaparecidas o víctimas de ejecución sumaria, anteriores al golpe militar de 1976. Por lo que el listado pasó a ser de 8.327 personas. En el monumento del Parque de la Memoria el listado parte del año 1969 y hace un total de 8.717 nombres, de los cuales 7.664 corresponden a caídos después del golpe de 1976.

Los parientes de casi todas estas víctimas fueron indemnizados con unos 224 mil dólares cada familia. Hasta noviembre de 2015 habían cobrado 7.907 familias la indemnización, haciendo un total de unos 2.111 millones de dólares al cambio oficial actualizados por inflación según el cálculo que cita Ceferino Reato en Los 70, página 204.

Argentina vivió una espantosa tragedia en los 70. Para que no se repita es imprescindible comprender bien lo que pasó. Estuvo muy mal la violencia política de las organizaciones guerrilleras, sobre todo en períodos democráticos y mucho peor la terrible represión militar posterior. Pero volviendo a Mujica: «Hay que ir a la historia para aprender». Yo agregaría: no para manipularla tratando de sacar ventajas políticas en el presente.

Mi respeto a todos los caídos, tanto a los combatientes guerrilleros, como a los 1.094 muertos y 758 secuestrados de la población civil, además de los 653 militares y policías muertos. Sólo comprendiendo profundamente esta tragedia podremos decir: Nunca Más. 

Por Gustavo Cairo, diputado mendocino del PRO (Artículo también publicado en Memo).

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