Escribo como madre de un niño que ama el fútbol, que espera ansioso la hora de ir a entrenar cada día para mejorar y que en cada partido, los fines de semana, dejar reflejado todo lo aprendido junto a su equipo.
Con tristeza veo como cada fin de semana la violencia avanza a pasos agigantados y como los únicos afectados son nuestros niños, a quienes se les destruyen los sueños o simplemente el rato de juego, sin importar los resultados, una cosa tan bonita que poseen los niños y los adultos carecemos.
Mi carta es para un llamado a la reflexión, un llamado a decir ¡Basta, cortemos con la tanta violencia!
Quiero hacer un llamado para pedirles a todos, y cada uno de los mayores, que dejemos a los niños ser niños y darles la posibilidad que se diviertan a través del juego, que los dejemos disfrutar de un deporte tan bonito y lo que implica jugar en equipo, algo que debería ser enriquecedor.


Es sumamente triste ver y escuchar tantos insultos desde los padres a los niños de equipos contrarios, ver algunos niños cegados por el solo querer ganar y ver tanta violencia al jugar; golpes, patadas fuera de lugar, empujones, cachetazos, y ni hablar de las terribles palabrotas de quienes aún son unos niños.
Pero qué más podemos esperar al ver el trato de entrenadores y profes que están a su cargo si se manejan con la misma o peor violencia; con insultos, gestos y se olvidan que en el campo de juegos hay chicos con sueños e ilusiones queriendo, solo jugar y disfrutar con sus pares.

He tenido el sabor amargo de observar y vivir en carne propia situaciones donde los chicos han sido lesionados en el medio de un partido y no se los trata con la contención y respeto que se merecen.
Niños descompensados por el ambiente de tensión y violencia que existe durante un partido y el entrenador del equipo contrario con cero empatía y capacidad de trabajar con niños, reclamar que no se haga tiempo que el niño deje de hacer tanto teatro, mientras el niño estaba totalmente descompensado a causa del estrés que produce el ambiente de violencia. Ese entrenador se cansó de pedir que se continúe el partido sin importarle que le pasaba a ese niño del cual soy madre.
Más allá de quien sea el entrenador del cual me refiero y el equipo al que pertenece, como madre me veo en la obligación de pedir y solicitar un llamado a la reflexión.
Para que los árbitros a la hora de hacer su trabajo procuren ser imparciales, sin olvidar un segundo que son chicos en una cancha, para que los profes no solo les enseñen a jugar al futbol, sino que también les puedan enseñar valores, respeto, compañerismo, empatía y les den a los niños la contensión que tantas veces buscan.
Para que los padres que vamos a la cancha pensemos un segundo y recapacitemos que el otro equipo también está formado por niños, como nuestros hijos; Que solo van a la cancha acompañar y alentar a sus hijos y no a faltarles el respeto a los chicos del equipo contrario que están dentro del campo de juego con insultos, gritos inapropiados y generar todavía más violencia.

Vayamos y enseñemos a disfrutar de un deporte. Que el momento de ir a la cancha sea un momento agradable donde entre todos podamos compartir un mate o un simplemente un rato de disfrute al ver a nuestros hijos jugar.
Dejo esta reflexión y este llamado a la no violencia en las canchas para que cada vez existan más niños felices jugando al fútbol en cada campo de juego de nuestro Malargüe.
Firmado: LAURA VAZQUEZ, DNI: 31167207
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