Cientos de personas participaron en la víspera de las procesiones que salieron de cada una de las parroquias y en la posterior Misa por el día de la Inmaculada Concepción que se realizó en la gruta de acceso a barrio Los Intendentes.
Los párrocos Ramiro Sáenz, Alejandro Giner y Osvaldo Cerroni encabezaron las procesiones que partieron desde las parroquias Ntra. Sra. del Rosario, San Cayetano y Virgen de Luján y Ntra. Sra. del Carmen rezando el Santo Rosario de manera sincronizada.
Una vez que arribaron a la intersección de las calles 16 de noviembre y Fortín Malal hué, donde se ubica la gruta, el Pbro. Ignacio Elías presidió la Santa Misa, que fue concelebrada por el Pbro. Luis Sanjurjo.
Cabe destacar que desde hace varios años se realiza la celebración litúrgica en ese lugar, pero la de ayer fue la que mayor cantidad de feligreses ha reunido, a tal punto que muchos debieron instalarse en plaza de la Amistad, en virtud que no se cortó el tránsito en las calles antes mencionadas.
El P. Elías centró su homilía en que los católicos deben ver a la Virgen María como una verdadera madre que está atenta a todo y cobijarse en su corazón en los momentos de mayor necesidad.
Palabras del Papa Francisco
“Llena de gracia”: es el nombre que Dios le da a María y que hoy nosotros celebramos. Lo subrayó el Papa al comienzo de su reflexión en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, antes de rezar la oración del Ángelus, centrando su alocución en el Evangelio según san Lucas que relata la Anunciación a María.
“Un nombre nuevo, que María no conocía”, dice Francisco, invitando a imaginar el asombro de la Virgen, que solo entonces descubre su identidad más verdadera. “En efecto, al llamarla por ese nombre, – afirmó el Papa – Dios le revela su mayor secreto, que hasta entonces había ignorado”. Y añadió que a nosotros también nos puede pasar algo parecido.
¿En qué sentido? En el sentido de que también nosotros, pecadores, hemos recibido un don inicial que ha llenado nuestra vida, un bien mayor que todo, una gracia original, de la que, sin embargo, a menudo no somos conscientes.
«¿De qué se trata esta gracia original? Se trata de aquello que recibimos el día de nuestro Bautismo”, puntualizó el Obispo de Roma, y “es bueno que lo recordemos, ¡y también que lo celebremos! Dios, descendió a nuestras vidas, nos convertimos en sus hijos amados para siempre. ¡He aquí nuestra belleza original de la cual nos podemos regocijar!”
Y hoy, María nos lleva a maravillarnos de “nuestra belleza”, que podemos captar a través de la imagen de la túnica blanca del Bautismo: “Ella nos recuerda que, por debajo del mal con el que nos hemos manchado a lo largo de los años, hay en nosotros un bien mayor”, aseguró el Papa y exhortó a confiar en la cercanía de Dios, en nuestra gracia original:
Escuchemos el eco, oigamos a Dios que nos dice: «Hijo, hija, te quiero y estoy siempre contigo, eres importante para mí, tu vida es preciosa». Cuando las cosas no vayan bien y nos desanimemos, cuando nos abatamos y corramos el riesgo de sentirnos inútiles o equivocados, pensemos en esto, en la gracia original.
“Confiándonos, consagrándonos a la Virgen, le decimos: «Tómame de la mano, Madre, guíame tú: contigo tendré más fuerza en la lucha contra el mal, contigo redescubriré mi belleza original». Encomendémonos a María hoy, encomendémonos a María cada día, repitiéndole: «María, te encomiendo mi vida, mi familia, mi trabajo, mi corazón y mis luchas. Me consagro a ti». Que la Inmaculada nos ayude a preservar del mal nuestra belleza” concluyó Francisco.
Nota con información de Vatican News.
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