Hoy, 15 de junio, es el Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Entre 2019 y 2030, se prevé que el número de personas de 60 años o más aumentará en un 38%, de mil millones a 1,4 mil millones, superando en número a la juventud a nivel mundial, y este crecimiento será especialmente mayor y más rápido en las regiones en vías de desarrollo, y requiere que se preste mayor atención a los desafíos específicos que afectan a las personas mayores, incluso en el campo de los derechos humanos.
El maltrato de las personas mayores es un problema social que existe en los países en desarrollo y desarrollados y, por lo general, no se notifica suficientemente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre un 1% y un 10%. Aunque se desconoce la magnitud del maltrato de los ancianos, su importancia social y moral es indiscutible. Por este motivo, este problema requiere una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de las personas de edad.
Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de las personas mayores tienen que enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que tienen una especificidad cultural. Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras las mujeres mayores que viven solas son acusadas de practicar la brujería. Desde una perspectiva sanitaria y social, si los sectores de atención primaria de salud y los servicios sociales no están bien preparados para detectar y resolver el problema, el maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto.
Comunicado de la Iglesia católica
El área de Pastoral de Adultos Mayores de la Comisión Episcopal de Vida, Laicos y Familia (Cevilaf), de la Conferencia Episcopal Argentina, envió un comunicado en el que expresa una fuerte oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a las personas mayores.
“Las diferentes modalidades de abuso y maltrato de los adultos mayores y los ancianos, sin importar orígenes, procedencia, religión, condiciones económicas y sociales de los mismos, es un gran drama social que afecta la salud y la dignidad de este grupo etáreo, que merece la mayor atención y consideración de la comunidad humana, porque la Iglesia, según nos dice el Papa Francisco, ‘no puede y no quiere conformarse a una mentalidad de intolerancia y muchos menos de indiferencia, desprecio y falta de respeto de la vejez’”, manifestaron.
“Socialmente son hechos de abuso y maltrato, aquellos actos que, ejecutados por única vez, o permanentemente repetidos, y originados en la negligencia o en la intencionalidad, causan daño físico y psicológico o provocan la exclusión y la marginación de las personas mayores. A esto se añade una cultura del descarte y la exclusión de los adultos mayores de muchos ámbitos sociales y, a veces, familiares.”, alertaron.
Por eso, pidieron a la comunidad “que se mantengan atentos para descubrir hechos de maltrato físico, psíquico, emocional, patrimonial y acompañar o ayudar a los mayores que estén sufriendo estas situaciones. Dado que estos sucesos pueden existir muy cerca de nosotros, en todos los niveles sociales, estos hechos suelen pasar casi inadvertidos, o son considerados como actos puramente privados y, por ello, subestimados y desatendidos”, advirtieron. “Comprometámonos a transformar el maltrato en buen trato y el abuso en respeto y valoración de todas las personas mayores”, exhortaron.
Protección de las personas mayores durante el COVID-19 y más allá
Aunque todas las personas de cualquier edad corren el riesgo de contraer COVID-19, las personas mayores tienen un riesgo significativamente mayor de mortalidad y enfermedad grave después de la infección, y los mayores de 80 años mueren a un ritmo cinco veces mayor que el promedio. Se estima que el 66% de las personas de 70 años o más tienen al menos una afección subyacente, lo que los coloca en un mayor riesgo de impacto severo por el COVID-19.
Las personas mayores también pueden sufrir discriminación por edad en las decisiones sobre atención médica, triaje y terapias que salvan vidas. Las desigualdades globales significan que, ya antes del COVID-19, hasta la mitad de las personas mayores en algunos países en desarrollo no tenían acceso a los servicios de salud esenciales. La pandemia también puede conducir a una reducción de los servicios críticos no relacionados con el COVID-19, lo que aumenta aún más los riesgos para la vida de las personas mayores.
Algunas personas mayores se enfrentan a vulnerabilidades adicionales en este momento. El virus no solo amenaza la vida y la seguridad de las personas mayores, sino que también amenazando sus redes sociales, su acceso a los servicios de salud, sus trabajos y sus pensiones.
“Ninguna persona, joven o vieja, es prescindible”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, en un mensaje para presentar un informe de política sobre las personas de edad el mes pasado. El impacto en la salud y los servicios de atención a largo plazo para las personas mayores debe reconocer y enfrentar los desafíos particulares a los que se ven expuestos, incluida su capacidad para acceder a tratamiento y atención médica.
“Las personas de edad tienen los mismos derechos a la vida y a la salud que todos las demás”, subrayó el jefe de la ONU. “Al adoptar decisiones difíciles respecto a la atención médica para salvar vidas, se deben respetar los derechos humanos y la dignidad de todos”.
Fuentes: www.un.org/ www.aica.org/Gobierno de Mendoza/Municipalidad de Malargüe.