José Luis “Ruso” Ramal, que hoy domingo 22 de octubre está cumpliendo 64 años, es una de esas personas que, en el mundo del fútbol, cuenta con respeto y admiración de quienes tienen la oportunidad de jugar con él en el mismo equipo como por los contrarios, de allí el apelativo de “Señor”, en el sentido de la consideración que se ha ganado a lo largo de una trayectoria deportiva que comenzó cuando aún no cumplía los 10 años de edad.
Nació en nuestra ciudad de Malargüe, en el seno del matrimonio que habían constituido Raquel Sánchez y Francisco Andrés Ramal, quien llegó al departamento durante la explotación de Mina Car. Matrimonio éste que tuvo otros dos hijos: Estela y Carlos (fallecido).
Concurrió a la entonces escuela República de Chile (hoy Capitán José León Lemos) cuando estaba ubicada en la esquina de Illescas y Amigorena.
“Fue una época hermosa, jugábamos todo el día a la pelota. Siendo chiquito recuerdo haber acompañado a mi papá a ir a pasarle el rastrón con un tractor a la cancha que hoy tiene el Club Volantes, del que mi abuelo, Andrés, y su hermano, Pedro, fueron uno de los fundadores porque llegaron como choferes de camiones a Malargüe durante la explotación de Mina Car y comenzaron a jugar en un equipo de camioneros, que después pasaría a ser el Club Volantes Unidos, por eso el club tiene como logo un volante de camión” expresó “Rusito” como muchos malargüinos le llaman.
“Yo soy nacido en Volantes, fue, es y será mi club. Empecé a jugar a los 9 años y veía a los grandes de la época como “Pelado” Ferreyra, “Colorado” Cara, que fue técnico mío en los intercolegiales y después jugué con él; Hector “Toto” Méndez, Ricardo Farías, “Pescadito” Martínez. Esas personas podrían haber jugado en cualquier lado, eran muy buenos jugadores, se cuidaban mucho para poder jugar” recordó, al repasar sus primeros pasos en el fútbol.
Participó a varios campeonatos escolares representando a la escuela primaria a la que concurría.
A los 13 años debutó, en cancha de Volantes, en la primera división del fútbol malargüino vistiendo la camiseta roja, en la posición de 7.
“Yo era rápido, después empecé a jugar de 8, 10 y de 5, cuando “Coco” Ureta, en un partido de la selección de Malargüe, me puso en ese puesto. En la época de pibe, a veces, no teníamos camisetas, había un solo fútbol que cuando se pinchaba se paraba el partido, había mucho viento y no se jugaba, los niños nos volvíamos llorando por no poder jugar y teníamos que esperar al otro fin de semana, porque los entrenamientos en inferiores eran pocos. En primera, los entrenamientos eran de noche, de forma muy precaria. Los técnicos le ponían mucha garra y los dirigentes gran sacrificio para poder comprar botines, camisetas” acotó después.
Durante cinco años, por razones de trabajo del padre, la familia se radicó en Dean Funes, Córboba, donde tuvo la oportunidad de jugar en el club Atlético y llegó a ser subcampeón nacional de los juegos Evita.
De vuelta en Malargüe, a los 19 años se casó con Anita Camus (fallecida) mientras trabajaba como mensajero en el correo, luego trabajó con su suegro en el taller mecánico que poseía en Av. San Martín y Batallón Nueva Creación. Al tiempo ingresaría a prestar servicio en la empresa petrolera Dresser Atlas, donde tras 27 años de labor se jubiló.
Gracias a sus superiores pudo compatibilizar el trabajo con su pasión, el fútbol, que practicaba en Volantes Unidos. Solo un campeonato lo hizo en Energía Atómica.
En esos años fueron compañeros de equipo Ramón Andrada, “Gordo” Seguel, “Tingo” Bravo, “Tabo” Vázquez, ”Chileno” Pizarro (arquero), “Zurdo” y “Polloni” Quevedo, Esteban Rasso, entre otros.
“Como yo era muy chico todos me decían Rusito, fue un época muy linda del fútbol de Malargüe” recordó.
Su habilidad deportiva hizo que tuviera oportunidades de jugar en Olimpia de Paraguay, Independiente Rivadavia de Mendoza, Deportivo Argentino de San Rafael y Rangers de Chile.
Con añoranza revivió los clásicos del fútbol malargüino entre Volantes Unidos y Deportivo Malargüe, cuando las canchas se llevaban de público y la gente ingresaba con sus vehículos a los predios. Los que tenían camión tanque le pegaban con un palo a las partes traseras, con bocinazos le daban la bienvenida a los jugadores y festejaban de igual manera los goles de sus equipos.
“He jugado alguna vez para Deportivo Malargüe, lo he dirigido y estoy muy contento por eso” también dijo.
Mientras trabajaba en la industria petrolera soñaba con tener su propia escuela de fútbol infantil, que comenzó a proyectar junto a su familia cuando adquirió un predio en calle Cuarta División este, donde actualmente funciona Ruso Escuela de Fútbol (REF).
“Me jubilo en 2009 y me puse a trabajar con la escuelita. El primer día tenía 50 niños. Al poco tiempo llegué a tener 150. Empezamos a preparar chicos para jugar, por eso el primer año no participamos en el campeonato de fútbol infantil. Hemos podido seguir y día a día se suman pibes. Ya hay jugadores que pasaron por la escuelita y están jugando en primera en Deportivo, Volantes, Vialidad, Municipal. Eso es una satisfacción espectacular, me fortifica y me ilusiona a seguir. Desde que empecé está conmigo Valentín Araya, que es mi mano derecha. Y con el tiempo hemos ido sumando a otros profes” señaló el deportista.
Paralelamente, sigue jugando en el campeonato de veteranos que organiza en Volantes Unidos para REF.
“Tengo un equipo con el nombre de REF para que los muchachos me pongan a jugar (risas). La verdad que tenemos un gran grupo de amigos y que también nos gusta compartir con los otros muchachos de los demás equipos” manifestó.
Una vez al año, se reúne con sus amigos de años de Junín de Buenos Aires, “Los Cascarudos”, para jugar en distintos escenarios del país e incluso en países vecinos, habiendo sumado en el último tiempo a Andrés, uno de sus yernos.
“En mi carrera deportiva solo lamento una mancha. En un partido en cancha de YPF tuve una reacción muy mala con Eduardo Castón, árbitro del partido, cuando le pegué un golpe de puño. Le he pedido 1.000 veces disculpas, pero es algo que me voy arrepentir toda la existencia. Esas cosas no pueden ser. Me dejó una gran enseñanza, que siempre le transmito a todos, el fútbol es para divertirse y no para enojarse. Me dieron como 50 partidos de suspensión. El Presidente de la Liga era el papá de Eduardo Castón, tuve que ir a declarar y pedirle disculpas. Don Castón, que era formado en gendarmería, me dijo seriamente ´me extraña Ramal que haya hecho eso, porque yo conozco a su papá que es una buena persona´. Me mató (risas). Me sentí muy mal. Fue peor esa frase que la sanción que, merecidamente, me pusieron” recordó “Ruso”.
“A los niños tenemos que enseñarles que se tienen que divertir. En el fútbol, que es un deporte de choque, puede haber roses, pero uno no se tiene que enojar con la otra persona que llegó mejor a una pelota o te pegó una patada. En este deporte se gana, se pierde o se empata, cualquiera de los tres resultados te puede tocar y hay que estar preparado para eso. No siempre, como en la vida, se gana” reflexionó más adelante.
Cuando ya habíamos transcurrido más de media hora de entrevista acotó, “después de mi familia, el fútbol es mi vida. He tenido una vida muy linda, desde mi papá, mi mamá, Anita, mis hijas, los suegros, los hermanos, los nietos y con mi actual pareja. Me estaría faltando volver a retomar algo que se hacía antes y era muy lindo, hacer una selección de Malargüe y traer equipos de afuera para compartir partidos en el departamento como alguna vez vino Godoy Cruz, Newell´s Old Boys, de otras ligas”.
“Rusito” Ramal, padre de tres hijas (María del Valle, Luisina y Danila), que le han dado seis nietos, se siente un agradecido de la vida, que desde hace más de un año también comparte con su pareja, Érica, con quienes hoy compartirá su cumpleaños, esperamos también leyendo estas líneas que buscan rescatar a uno de los mejores deportistas que ha dado nuestro querido Malargüe.
“En el tintero” quedaran, tal vez para otra oportunidad, miles de anécdotas, vivencias, recuerdos de gente que con quienes José Luis ha compartido a lo largo de esta vida. Los anales de la historia del fútbol malargüino seguramente le tienen reservado un destacado lugar, que se han sabido ganar porque es un gran deportista y también, como su padre, una buena persona.
Nota de Eduardo Araujo
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