Cada 7 de mayo celebramos en Argentina el Día de la Minería, una fecha que recuerda a esta actividad que nació con la Patria.
Mucho antes de la organización nacional, ya había asentamientos mineros en nuestro territorio. Un ejemplo emblemático está en Uspallata, en la zona de Paramillos, donde desde el siglo XVII se extraían metales preciosos. Esas minas fueron consideradas de las más ricas de Sudamérica y jugaron un rol clave en la historia independentista: de allí se abasteció de minerales al Ejército de los Andes del general San Martín para su gesta libertadora. Así, la minería mendocina aportó insumos vitales a la epopeya sanmartiniana, demostrando que nuestros recursos naturales ya eran estratégicos para la libertad y el desarrollo.

Hoy, al conmemorar esta fecha, vale recordar este origen. La minería no es ajena a nuestra
identidad provincial ni a nuestra historia nacional: acompañó nuestras grandes gestas y aún
hoy puede aportar progreso a Mendoza, si se la encauza de forma sostenible y responsable.
Cobre, vino y agua: un gesto hacia el futuro Mendoza transita un renovado impulso minero.
El gobernador Alfredo Cornejo protagonizó un gesto simbólico durante su discurso del 1° de mayo en la Legislatura: De forma inesperada, mostró en pleno recinto una roca con mineral de cobre y una botella de vino. Con esta puesta en escena, quiso ejemplificar que Mendoza puede producir ambas cosas -mineral de cobre y vino- sin que una actividad excluya a la otra. Y dijo que “la minería será el motor del progreso que respeta el agua, el medio ambiente y a las próximas generaciones. Hagamos cobre, hagamos mejor vino y cuidemos el agua”, sintetizando en esa frase la visión de coexistencia armónica entre la industria minera y la vitivinícola.

Este acto, más que una anécdota, marcó un punto de inflexión. Por primera vez se puso en pie de igualdad al cobre y al vino sobre el estrado parlamentario, simbolizando un nuevo
paradigma: Mendoza está dispuesta a diversificar su matriz productiva, sumando la minería
metalífera a sus actividades tradicionales, pero sin renunciar al cuidado ambiental ni a su
patrimonio vitivinícola. Fue un gesto fundacional hacia una minería moderna, con compromiso político, sustentabilidad y control. El desafío es convertir ese símbolo en realidad, con políticas, consensos y una gestión eficiente del recurso hídrico.
Mendoza asume así el reto de demostrar que el cobre puede ser, junto al vino, un pilar de su identidad productiva en el siglo XXI.

Sembrando hoy la minería del mañana
¿Qué puede esperar la sociedad mendocina de una incipiente industria minera? Ante todo, es importante entender que los frutos mayores de la minería no son inmediatos, sino de mediano y largo plazo.
Podemos pensarlo con una alegoría forestal. Iniciar la exploración de un proyecto
minero es como sembrar un bosque de pinos o eucaliptos que requieren ciclos de 15 a 20 años antes de poder aprovecharlos industrialmente. Pero desde el primer momento se genera empleo: viveristas que producen las plántulas, jardineros y técnicos que las plantan y cuidan, empresas de transporte que llevan los insumos, proveedores de fertilizantes y herramientas, etc. Toda una economía comienza a moverse alrededor del bosque mucho antes de la tala final.

Del mismo modo, la minería necesita primero “plantar” sus proyectos y esperar su tiempo de “maduración”.
Hoy Mendoza vive esa etapa de siembra minera. Los primeros trabajos de exploración
equivalen a plantar esos árboles que, con paciencia, darán frutos. Antes de llegar a la etapa de explotación, se puede tardar muchos años hasta encontrar o no, mineral en cantidad y calidad, como ocurrió en provincias vecinas. Pero mientras tanto, ya se moviliza la economía. En esta fase inicial intervienen geólogos, agrimensores, topógrafos, ingenieros de minas, consultores ambientales, perforistas, abogados, escribanos, contadores, economistas, técnicos especializados, entre otros profesionales.
Junto a ellos, se pone en marcha una cadena de valor que beneficia a numerosas pymes locales: empresas de alquiler de camionetas 4×4 para acceder a los campamentos, servicios de catering que alimentan al personal en la montaña, hosterías y hospedajes que alojan a los equipos técnicos, comercios que proveen insumos y repuestos, logística de transporte, alquiler de oficinas, etc. Todo un ecosistema económico empieza a crecer alrededor de la minería incipiente, del mismo modo que alrededor del bosque crecen viveros, aserraderos y servicios antes de la primera cosecha de madera.

La minería, como esos pinos y eucaliptos, dará sus grandes frutos a futuro, si la cuidamos y la dejamos crecer. Requiere visión de largo plazo, inversiones sostenidas y el acompañamiento de políticas de Estado para acompañar el desarrollo.
Como sociedad, debemos tener la paciencia del buen forestador: seguir trabajando, abonando confianza y monitoreando el crecimiento responsable de esta nueva industria. Cuando llegue el momento de la producción, esos esfuerzos iniciales se verán recompensados con más riqueza provincial, más exportaciones, más ingresos fiscales y mejor calidad de vida. Entonces, todos podremos gozar la sombra de ese árbol frondoso que empezamos a plantar desde hoy.
Feliz Día de la Minería.
Por Guillermo Mosso, diputado provincial (PRO Libertad)
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