
Con siete años de gestiones sin ser escuchado, Alejandro Rodríguez, responsable del Real del Pehuenche, advierte que la descoordinación en el paso afecta a los turistas y perjudica el esfuerzo de quienes apuestan al crecimiento de Malargüe.

Alejandro Rodríguez, profesor, empresario turístico y responsable del complejo Real del Pehuenche, lleva siete años pidiendo a las autoridades una solución para un problema que afecta directamente al desarrollo turístico de Malargüe. Desde su experiencia como emprendedor que apostó todo a un proyecto en la cordillera, denuncia que la falta de coordinación entre organismos nacionales y provinciales sigue generando pérdidas económicas y empañando la imagen del destino.
El complejo que dirige Rodríguez es uno de los emprendimientos más destacados de la zona del Paso Pehuenche, con servicios diseñados para atraer a turistas locales, nacionales y extranjeros. Sin embargo, pese a la inversión y el esfuerzo humano detrás de la propuesta, la realidad muestra una contradicción: mientras el sector apuesta fuerte al turismo, las trabas burocráticas y la descoordinación ponen en riesgo la continuidad del trabajo.
El empresario explica que el acceso al área depende de una cadena de decisiones en la que intervienen Gendarmería Nacional, Vialidad Nacional, ARCA y la coordinación del Paso Pehuenche . Esa multiplicidad de controles hace que los visitantes muchas veces deban esperar durante horas en la aduana, aun cuando la ruta está despejada y en condiciones seguras. “El turista queda de rehén de los partes oficiales. Hemos tenido que devolver reservas y cancelar servicios porque la gente llega tarde o directamente no puede entrar”, lamenta Rodríguez.

El perjuicio no es solo personal. Según relata, el invierno pasado el paso estuvo cerrado durante 150 días, lo que significó una pérdida enorme no solo para su complejo sino para todo el departamento. Hoteles, restaurantes, comercios y otros servicios complementarios también se ven afectados cada vez que las barreras no se levantan. “Lo que se pierde es mucho más que dinero: se pierde confianza en Malargüe como destino”, advierte.
Rodríguez subraya que su pedido no busca saltearse controles de seguridad, sino algo básico: que exista coordinación y un servicio permanente que permita ingresar y salir sin estar sujetos a decisiones que no reflejan la realidad del camino. “Estamos en territorio argentino, trabajando para que el turismo crezca, y sin embargo debemos correr detrás de horarios y disposiciones que no tienen sentido”, afirma con frustración.

Durante estos siete años, el empresario presentó el reclamo en Nación, en la Provincia, en el Municipio y hasta en la Cámara de Comercio local. Pese a las gestiones, nunca recibió una respuesta concreta. “Uno apuesta la vida a un proyecto, sueña con que el turismo sea motor de desarrollo, pero después ve que las instituciones no acompañan. Es doloroso porque no solo nos afecta a nosotros, sino a toda la comunidad”, reflexiona.
El caso de Rodríguez representa también la voz de muchos prestadores de Malargüe que ven en el turismo una salida económica y cultural para la región, pero que necesitan que las autoridades acompañen esa apuesta. Mientras tanto, los visitantes continúan enfrentando demoras, cancelaciones y servicios incompletos que deterioran la experiencia y desalientan futuras visitas.
“Lo único que pedimos es que se nos escuche y que se coordinen las instituciones para que el turismo pueda crecer como corresponde. Malargüe merece una oportunidad real”, concluye Rodríguez.
Fuente: Declaraciones de Alejandro Rodríguez a la periodista Estela López para FM Eólica
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