

En el marco del 10 de septiembre, el Lic. en Psicología Nicolás Ramos compartió señales de alarma y consejos de acompañamiento. Pidió estar “muy atentos” a las pequeñas señales, abrir espacios de escucha y fortalecer redes en Malargüe.

“El suicidio sigue siendo un tema tabú y muy difícil de poder abordar”, sostuvo el Lic. Nicolás Ramos. Su pedido es cercano y directo: como comunidad, mirar, escuchar y cuidar. Estar atentos a las señales, abrir espacios de diálogo sin prejuicios y acompañar a quien atraviesa dolor.
Ramos remarcó que hablar del tema no incentiva la conducta; permite que las personas expresen su malestar y se sientan acompañadas. Cuando alguien comparte lo que le pasa, lo primero es “escuchar de manera empática, sin juzgar ni minimizar”. Si se percibe riesgo, recomendó acudir lo más pronto a una guardia de salud mental para resguardar la integridad de quien consulta.
Entre las señales de alarma que señaló, mencionó la baja autoestima; la falta de interés en actividades cotidianas; la desmotivación y tristeza crónica; el aislamiento; la sobreexigencia y sobrecarga de tareas; la falta de comunicación; los comentarios constantes sobre la muerte o sobre “lo bien que sería” si esa persona no existiera; el consumo de sustancias; y el padecimiento mental. En su material también figuran señales como el comportamiento autoagresivo, la desvalorización, los cambios súbitos de ánimo, el poco interés por el trabajo y la vida, las pérdidas recientes importantes, repartir objetos muy queridos y la presencia de deseos de muerte o fantasías de autodestrucción.

Como prevención, propuso reconocer signos como aislamiento, ideas negativas persistentes, dificultad para comer, dormir y trabajar, desesperanza, llanto inconsolable y cambios de conducta. También sugirió mostrar interés y apoyo, respetar las diferentes expresiones de sentimientos y eliminar prejuicios, recordando que el suicidio expresa sufrimiento.
Ramos invitó a acompañar desde lo cotidiano: “desde casa, desde la escuela, desde cada espacio”, hablar de cómo nos sentimos, cultivar amistades saludables, tomar decisiones de manera autónoma, aprender a manejar el estrés, a perseverar o a renunciar cuando sea necesario, sostener una buena autoestima y desarrollar habilidades e inteligencia emocional para resolver problemas.
Entre los factores protectores destacó las habilidades sociales, la confianza en sí mismo, la capacidad de autocontrol, la adaptabilidad, la responsabilidad y la perseverancia. Esas redes y recursos sirven para que la persona sienta que hay alguien que puede acompañarla y comprenderla en lo que está viviendo.

Nicolás señaló además que el hospital cuenta con una guardia pasiva de salud mental; que la provincia trabaja en un programa específico a cargo de la Lic. Claudia Motta; y que la línea 148, opción 0, funciona como espacio de escucha y acompañamiento para quienes necesitan dialogar.
Porque el sufrimiento de quien tenemos al lado no puede sernos indiferente, el llamado es a cuidarnos entre todos: estar atentos, escuchar y acompañar.


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