
En el marco del Día de la Educación Vial, celebrado ayer 5 de octubre, conversamos con el juez vial de Malargüe, Dr. Juan Manuel Negro, una de las voces más firmes y comprometidas en la defensa de una conducción responsable. En sus palabras hay una convicción clara: el tránsito no es una cuestión individual, sino un espacio de convivencia donde cada decisión afecta la vida de los demás.

“El gran problema que tenemos es cultural”, comienza diciendo. “Seguimos entendiendo al tránsito como una obligación personal, cuando en realidad es un espacio de convivencia social. Falta interiorizar que respetar las normas es respetar la vida del otro.”
El juez remarca que la educación vial trasciende las señales y los reglamentos: “Se trata de aprender a convivir, de incorporar valores como la empatía, la responsabilidad y la solidaridad. Cada acción en la vía pública tiene un impacto en los demás”.

“El control disuade, pero la conciencia es lo único que cambia las conductas de manera permanente.”
En Malargüe, las infracciones más frecuentes —el uso del celular, la velocidad excesiva, la falta de casco y el consumo de alcohol— reflejan, según él, “una naturalización del riesgo y una cultura del ‘a mí no me va a pasar’”. En sus palabras se percibe una mezcla de preocupación y compromiso: sabe que sancionar no alcanza si no se cambia la forma de pensar. “Cada vez que se conduce, uno lleva en sus manos la posibilidad de salvar o arruinar vidas”, advierte. Por eso, insiste, tramitar una licencia de conducir no es un mero trámite administrativo, sino “un acto de enorme responsabilidad ciudadana”.

En el departamento se desarrollan charlas escolares, campañas de concientización y señalización en distintos puntos de la ciudad. Sin embargo, el juez insiste en que estas acciones deben ser constantes y sostenidas en el tiempo. “Necesitamos continuidad, no solo campañas en fechas conmemorativas. La educación vial tiene que ser una política pública permanente, local, provincial y nacional.”
El magistrado reconoce que la sanción cumple un rol importante, pero la transformación profunda llega con la conciencia. “Ninguna sanción repara una vida perdida. Por eso, además de sancionar, debemos acompañar con programas de concientización obligatorios, que permitan comprender el sentido de la norma y ponerse en el lugar del otro.”
Negro también plantea una deuda a nivel legislativo. “Hoy tenemos leyes de tránsito diferentes en cada provincia. En Mendoza rige una, en Córdoba otra, y en la Ciudad de Buenos Aires, la nacional. Necesitamos un marco unificado, como lo hizo Brasil, que logró reducir su siniestralidad con un solo código de tránsito. Eso brinda seguridad jurídica y coherencia institucional.”

Para el juez, una ciudad con cultura vial es una ciudad más tranquila, ordenada y segura. “Los peatones cruzan con confianza, los ciclistas respetan las normas, los conductores disminuyen la velocidad en zonas escolares. Una buena cultura vial se traduce en menos muertes y más convivencia.”
Aun así, reconoce que los controles no bastan. “El control disuade, pero la conciencia es lo único que cambia las conductas de forma permanente.” El impacto del alcohol, la velocidad y el celular —“la triada más repetida en los expedientes judiciales”— es devastador. “El alcohol altera la percepción, la velocidad amplifica los daños y el celular quita atención. Esas tres conductas son responsables de la mayoría de los siniestros graves, y lo peor es que son evitables.”

Negro considera que la educación vial debe comenzar desde el nivel inicial, con juegos, dinámicas y ejemplos cotidianos. “La escuela tiene que ser el eje articulador, pero la familia también cumple un rol esencial. Un niño que ve a su padre cruzar un semáforo en rojo aprende que la norma puede incumplirse. La educación vial empieza en casa.”
En el cierre de la charla, el juez deja una reflexión poderosa: “Nelson Mandela decía que para conocer a un país había que mirar sus cárceles. Yo creo que también podemos conocer su cultura mirando cómo nos comportamos en el tránsito, porque allí se refleja, todos los días, quiénes somos como sociedad.”


