
Investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo descubrieron vestigios incas en El Azufre, Malargüe, lo que extiende el mapa conocido del imperio hacia el sur. Los estudios revelan estructuras y objetos del siglo XV en un entorno de altura que combina historia, naturaleza y desarrollo local.


En el corazón de la cordillera sur mendocina, un equipo de arqueólogos de la Universidad Nacional de Cuyo halló restos incas que obligan a redefinir el mapa histórico del imperio más extenso de América. El descubrimiento se produjo en la zona de El Azufre, a pocos kilómetros de la frontera con Chile, y confirma la presencia inca más austral registrada hasta ahora en el continente.
El hallazgo, encabezado por el investigador del Conicet Víctor Durán, incluye dos sitios arqueológicos —VP-16 y VP-28— ubicados en los valles de los arroyos La Punilla y Los Ciegos. Allí, los especialistas encontraron estructuras de piedra, cerámicas y restos de carbón datados en el siglo XV, que evidencian una ocupación planificada y organizada por el Estado inca.


“Se trata de un ambiente magnífico de cordillera, con valles amplios y abundante agua, muy distinto a la Mendoza árida que imaginamos”, explicó Durán. Según el investigador, estos espacios funcionaron como postas y refugios en el sistema de caravanas que conectaba los Andes mendocinos con el valle central chileno, extendiendo así las rutas comerciales y simbólicas del Tawantinsuyo.
El sitio VP-28 comprende una docena de recintos pircados junto a vegas donde pastaban llamas utilizadas como animales de carga. En tanto, el sitio VP-16 corresponde a una cueva semisubterránea con muros de piedra, donde los estudios de carbono revelaron actividad humana hace más de 500 años. Para los arqueólogos, estos refugios no eran simples abrigos de cazadores, sino parte de una red estatal que incluía tareas mineras y rituales.

Uno de los recursos más valorados por los incas en la región era la obsidiana, un vidrio volcánico de gran calidad utilizado para fabricar herramientas y objetos ceremoniales. “La obsidiana del sur mendocino aparece en tumbas y ofrendas a más de 300 kilómetros de distancia, lo que muestra su relevancia espiritual”, destacó la investigadora Alejandra Gasco.
El proyecto arqueológico se desarrolló en el marco de los estudios de impacto ambiental del centro de esquí El Azufre, actualmente en construcción. Desde la empresa, el ingeniero Mariano Pandolfo destacó que el hallazgo fue “inesperado y de gran valor patrimonial” y que el emprendimiento se comprometió a apoyar las investigaciones y conservar las zonas protegidas.
Las conclusiones del trabajo, en el que participan también Carina Llano, Ramiro Barberena, Joaquín Rodríguez Richard y otros especialistas, serán publicadas en revistas científicas.

Así, bajo la nieve y el viento cordillerano, las pircas incas vuelven a contar historias que permanecieron siglos ocultas. En un mismo paisaje donde hoy se proyecta un resort de montaña, la ciencia rescata la memoria de un pasado que aún late en las piedras del sur mendocino.











