Ser y Hacer de Malargüe tuvo acceso a los resultados de la investigación sobre hábitos alimentarios en pandemia que en los últimos dos meses las nutricionistas malargüinas Betiana Bustos y Anahí Nievas. La principal conclusión fue que los hábitos alimentarios, de movimiento y salud, en general, son incorrectos afectando la salud a largo plazo.
Las profesionales emprendieron en su momento el proyecto con la intención de conocer cómo afectaba la pandemia los hábitos alimentarios nutricionales y en la salud de los habitantes de Malargüe.
Partieron de la base que la ansiedad, el estrés y el encierro influyen negativamente en los hábitos saludables. Esas emociones impactan en la alimentación, con un aumento del consumo de alcohol, tabaco, bebidas azucaradas, alimentos ricos en grasas, sal y azúcares. Paralelamente, el sedentarismo aumenta el sobrepeso, la obesidad y con ellas las dislipemias, es decir, problemas de colesterol, triglicéridos, hipertensión, problemas cardiovasculares y diabetes tipo 2.

El trabajo de campo
La población que accedió a la encuesta on line que Bustos y Nievas plantearon estuvo constituida por 450 ciudadanos, de entre 20 y 70 años de edad, agrupados en cuatro rangos etarios (de 20 a 35 años, 36 a 50 años, 51 a 64 años y 64-70 años).
Luego de realizar la investigación y con la finalidad de dar respuesta a los objetivos planteados, se llegó a conclusiones muy interesantes.
De acuerdo a las características generales de la población, se determinó que el mayor porcentaje se encuentra en rangos de 20 a 35 años; con un predominio del sexo femenino. En relación a las enfermedades crónicas presentes se encontró, en mayor porcentaje, obesidad con un 23%.
Teniendo en cuenta el estado nutricional, al consultar sobre tratamiento (asistencia) nutricional, un 49% nunca concurrió a una profesional en nutrición y un 33% abandonó el tratamiento por la pandemia, sin seguimiento on line. Por lo que, 8 de cada 10 personas están sin asesoramiento en alimentación saludable. Esto se ve reflejado en el peso, ya que el 50% aumentó y un 13% no se controla. Por lo que se estima que aproximadamente 5-6 de cada 10 personas han aumentado de peso.

Haciendo referencia a la ingesta de alimentos, se observó un consumo mayoritario de forma ocasional en fiambres, embutidos, snacks, aderezos, caldos, sopas instantáneas y alimentos dulces.
El grupo de frutas y verduras era bajo o inadecuado, mientras que el consumo de aceites y grasas resultó superior el consumo de los aceites de maíz, girasol y frituras.
En relación a la incorporación de sal, la mayor parte de la población solo la utiliza en el momento de la preparación de los alimentos y no la incorpora en el plato servido.
La bebida que más consumen de forma diaria resultó ser al agua e infusiones como té, mate cocido, mate cebado y té de hierbas. En relación a las bebidas azucaradas como gaseosas, jugos comerciales y aguas saborizadas su consumo es ocasional, al igual que las bebidas alcohólicas.

La mitad de la población en estudio manifestó elegir diariamente el azúcar como endulzante.
En relación a los hidratos de carbono complejos, consumen de forma usual, es decir cuatro veces por semana, cereales blancos refinados. Un 40% profirió nunca consumir cereales integrales y un 65% incorpora de forma ocasional legumbres en su alimentación.
“Teniendo en cuenta los porcentajes anteriores según el tipo de alimentos, podemos decir que la calidad alimentaria de la población en estudio es regular. Sumado a esto, la cantidad de comidas diarias que realiza la mayor parte de la población en el día son tres omitiendo una principal, ya que lo esencial en una alimentación saludable es desayuno, almuerzo, merienda y cena”, indicaron las nutricionistas en el informe final.
Los hábitos alimentarios dieron como resultado final “inadecuados”.

Se consultó a los encuestados cómo definen su alimentación teniendo en cuenta sus hábitos alimentarios, y se obtuvo como resultado final medianamente saludable (buena) con un 59%.
Otra variable estudiada fue el consumo de tabaco, refiriendo el 88% de los encuestados no fumar.
En cuanto a la práctica de ejercicio físico, los resultados evidenciaron que el 38% de los ciudadanos no practicó ejercicios durante el aislamiento social.
“La investigación demuestra que la mayoría de los encuestados que participaron en el estudio presentan una calidad alimentaria regular, sus hábitos alimentarios inadecuados y, como conclusión final, se refleja que sus hábitos (alimentarios, movimiento y salud) en general son incorrectos afectando su salud a largo plazo” concluyeron Betiana Bustos y Anahí Nievas.
