
“Malargüe tiene potencial. El problema no es saberlo, sino lograr que ese potencial deje de ser una promesa eterna.”

En Malargüe hay una frase que se repite desde hace años, casi como un mantra colectivo: “en cualquier momento arranca”. Se escucha en los comercios, en las oficinas públicas, en las conversaciones informales y en los ámbitos institucionales. El problema es que ese arranque, una y otra vez, se posterga.
Al cierre de este 2025, desde el diario digital Ser y Hacer decidimos detenernos a pensar por qué ocurre esto y, sobre todo, qué tendría que pasar en 2026 para que esa promesa deje de ser expectativa y empiece a traducirse en hechos concretos. Para hacerlo, formulamos las mismas cinco preguntas a tres referentes clave de la comunidad:
qué hechos marcaron el 2025 y ayudan a entender la situación actual de Malargüe; cuáles son hoy los principales desafíos del departamento; qué cambios o acciones deberían priorizarse en 2026 para mejorar la realidad social, económica e institucional; qué rol deberían asumir los distintos actores de la comunidad; y cómo imaginan a Malargüe dentro de un año si se logran avances reales.
Buscamos deliberadamente tres miradas distintas y complementarias.
La del empresario, que vive la economía real con los pies en el barro, midiendo día a día ingresos, ventas, empleo y riesgo. La de la institución intermedia, que intenta ordenar intereses, pensar el desarrollo y sostener equilibrios. Y la del Estado, que tiene la responsabilidad política de planificar, decidir y marcar un rumbo.
Así, dialogaron para esta nota Marcelo Schajnovetz, Gabriel Ginard y Celso Alejandro Jaque. Tres roles distintos, tres responsabilidades diferentes y una preocupación compartida: Malargüe sigue teniendo futuro, pero el presente no termina de despegar.
Un año que no pasó desapercibido
Si algo queda claro en las tres miradas es que el 2025 no fue un año más. No fue tranquilo, no fue liviano y no pasó sin dejar marcas.
Desde la economía cotidiana, Schajnovetz no duda en definirlo como un año duro. La salida de YPF, la reducción del empleo petrolero, las jubilaciones y los despidos impactaron de lleno en una economía local frágil. “No hay ingresos de afuera”, resume, y en esa frase se condensa buena parte del problema: menos consumo, menos ventas, menos empleo.
Ginard, desde la Cámara de Comercio, pone el foco en hechos que marcaron agenda: la audiencia pública por el proyecto Potasio Cancambria, el anuncio de la reapertura del Paso Planchón–Vergara y la aprobación de un presupuesto municipal significativo. Señales importantes, aunque todavía insuficientes para cambiar el clima general.
Desde el Estado, Jaque habla de un año de transición. La inauguración del parque solar, la aprobación de declaraciones de impacto ambiental para proyectos de exploración minera y la ratificación judicial del Distrito Minero Malargüe Occidental aparecen como puntos de inflexión que abren oportunidades, pero también tensiones que deben ser gestionadas con responsabilidad.

Un diagnóstico que se repite
A pesar de los distintos roles, el diagnóstico converge: Malargüe tiene un enorme potencial, pero no logra consolidar un desarrollo sostenido.
El empresario lo percibe en la caja diaria. La Cámara, en las dificultades para atraer inversiones. El Estado, en la falta histórica de infraestructura, conectividad y planificación integral. Cambia el punto de vista, pero no el problema de fondo.
La infraestructura vuelve a aparecer como el gran cuello de botella: Ruta Nacional 40, rutas provinciales, pasos internacionales, energía, agua, gas, internet. Sin esas condiciones básicas, coinciden, ninguna actividad puede desplegarse plenamente.
Diversificar para salir del estancamiento
Otra coincidencia clara es la necesidad de diversificar la matriz productiva.
La minería aparece como una oportunidad posible, pero no inmediata ni excluyente. Turismo, agricultura, ganadería, energías renovables y valor agregado forman parte de una discusión que ya no puede seguir postergándose.
Jaque plantea la urgencia de un plan estratégico de desarrollo integral, de un Plan de Ordenamiento Territorial y de una fuerte apuesta a la educación técnica y universitaria. Ginard insiste en generar condiciones para atraer inversión privada responsable, con equilibrio entre crecimiento económico y cuidado ambiental. Schajnovetz lo baja a tierra: sin obra pública, sin conectividad y sin ingresos externos, el estancamiento se profundiza.

Nadie se salva solo
En un punto, las tres voces son categóricas: el desarrollo de Malargüe no depende de un solo actor.
El Estado debe garantizar planificación, transparencia e infraestructura.
El sector privado debe invertir, asumir riesgos y generar empleo local.
Las instituciones intermedias deben acompañar, formar y sostener el diálogo.
Las organizaciones sociales y ambientales deben participar activamente.
“Necesitamos creer y empujar todos juntos”, dice Schajnovetz. No como consigna, sino como condición.
2026: entre el cansancio y la esperanza
Al proyectar el 2026, aparece una sensación compartida: cansancio, pero también esperanza.
Un Malargüe con más oportunidades, con jóvenes que puedan quedarse, con arraigo y futuro. Un Malargüe que crezca sin perder identidad, respetando su ambiente y fortaleciendo su comunidad.
El potencial está. El diagnóstico es conocido. Las miradas coinciden más de lo que difieren.
El desafío, quizás como nunca antes, es pasar de la promesa a la decisión.
Porque Malargüe lleva años estando “por arrancar”.
La pregunta que queda abierta es si el 2026 será, finalmente, el año en que empiece a hacerlo.

Aquí un párrafo destacado de cada uno

Marcelo Schajnovetz
“Malargüe hoy es una comunidad con ingresos reducidos, con una economía que no alcanza para sostenerse sola y con un comercio que siente, todos los días, la caída del consumo y del empleo. La salida de la actividad petrolera nos dejó expuestos y sin ingresos de afuera, y eso se traduce en menos trabajo y menos oportunidades. Pero aun así, seguimos apostando. Necesitamos creer, cambiar la mentalidad, generar condiciones para que haya inversión, obra pública y arraigo. Malargüe puede ser un lugar pujante, con jóvenes que se queden y con futuro, pero eso solo va a pasar si empujamos todos juntos y si desde afuera, desde la provincia y la Nación, también deciden mirarnos de verdad.”

Gabriel Ginard
“Malargüe tiene un enorme potencial para crecer, pero ese crecimiento solo será posible si logramos un equilibrio real entre desarrollo económico y cuidado del ambiente. El desafío es generar inversión, empleo y valor agregado, sin perder de vista la inclusión social ni la sustentabilidad. Para eso es imprescindible fortalecer la infraestructura, mejorar la conectividad y trabajar de manera articulada entre el Estado, el sector privado y las instituciones intermedias. Desde la Cámara de Comercio creemos que el camino es el diálogo, la planificación y el compromiso colectivo para construir un Malargüe más próspero, integrado y con oportunidades para todos.”

Celso Alejandro Jaque
“Malargüe está atravesando un momento de transición, con oportunidades concretas de desarrollo, pero también con tensiones que debemos gestionar con responsabilidad. El desafío es diversificar la economía, mejorar la conectividad y apostar fuerte a la educación y la capacitación, porque sin capital humano no hay desarrollo sostenible. Necesitamos planificación, ordenamiento territorial y un trabajo articulado entre todos los actores. Si logramos avanzar en ese camino, imagino un Malargüe capaz de crecer respetando su ambiente, fortaleciendo su identidad y demostrando que puede construir un futuro con decisión política y compromiso comunitario.”










