“Nelson”, como todos los conocen en Malargüe, vive en el departamento desde hace unos 8 años. Aquí comparte el hogar con tres de sus 7 hijos. Realiza trabajos de construcción y durante gran parte de su vida hizo artesanías. Ama la música. Chileno, de nacimiento, vivió en nuestro país 45 años sin la documentación oficial para tener su residencia, la que obtuvo hace muy pocos días. El por qué de esa situación, los inconvenientes que le trajo y cómo logró esa habilitación legal forman parte de esta nota.
“Aunque parezca extraño, nos hemos podido desarrollar en un mundo tan formal. Hace 45 años que vivo en Argentina, en esos mismos 45 años, hasta hace un mes, estuve viviendo indocumentado. Desarrollé toda mi vida la desarrollé en el mundo informal, en la artesanía, en donde evidentemente no necesitas tanta identidad, alcanza con ser el productor de tus propias artesanías. Entonces de eso hay ferias, en las cuales te proporcionan el lugar para poder trabajar. Y así me fui desarrollando, fui aprendiendo, en esa forma de vida” relató Nelson José Ruiz Pérez al contar su experiencia de vida a Ser y Hacer de Malargüe on line.
Nació en Santiago de Chile hace 63. En 1975, como muchos otros compatriotas suyos se exilió en nuestro país, según su relato, “saliendo de lo que fue la dictadura militar de Pinochet en Chile, porque mis padres militaban para el partido comunista. Entonces, a todas las personas que trabajaron durante ese tiempo en favor de la movida popular, el Partido de Salvador Allende, se les complicó la vida, al punto de que tuvimos que abandonar el país, mis dos hermanos y mis dos padres. Al salir de Chile cruzamos por el Paso Uspallata, y vinimos a la Argentina, a Buenos Aires directamente, ahí vivimos muchos años”.

“¿La entrada a la Argentina fue legal?”, le consultamos y él nos respondió: “Sí, fue todo muy legal. Mi papá primero viajó con mi hermano mayor y con mi mamá, se instalaron en Buenos Aires, y al cabo de seis meses me fue a buscarnos a mi hermana y a mí. Me quedó marcada la fecha, fue en Nochebuena, 24 de diciembre del 75’. Cruzamos el paso con otras personas que veníamos viajando en el bus, en el Cata. Con la idea de poder hacer el trámite rápido, porque justamente fue así, Gendarmería estaba ahí con un espíritu navideño, entonces era como que fue más fácil poner los sellos en las fichas. Y pudimos pasar sin ningún tipo de problema”.
A los tres meses de esa fecha se le venció la visa de turista. Al no renovarla pasó a estar indocumentado.
“Nuestra idea era, en realidad, radicarnos en el país. Tuvimos que empezar a hacer todos los trámites, que en esa época era diferente a como es ahora, que está todo informatizado. Había que tener legajos de papeles, entonces uno cada vez que hacía un trámite en el Ministerio de Justicia, en algún Ministerio diferente, se iban agregando papeles a ese legajo. Yo, por esas cosas, perdí ese legajo. Entonces, ya en ese momento era muy complicado hacer todo de nuevo. Había mucha inmigración de chilenos, paraguayos, bolivianos, peruanos, uruguayos que venían a Argentina, atrás de una mejor vida. A Chile lo recuerdo como un país tremendamente pobre, en esa época. Y así todos los países que después pude conocer estaban en la misma situación, de mucha pobreza. Era muy complicado para este tipo de ciudadanos obtener la radicación. Yo era muy joven, tenía un cierto enojo muy grande con el país, y por todo esto que nos había pasado a nuestra familia. Desistí de hacer los trámites, dejé todo” relató Nelson más adelante.


Aquí tuvo “dos intentos de familia”. Tiene siete hijos, con tres de los cuales vive actualmente en nuestra ciudad, dos mellizas, fruto del amor de su segunda pareja y un hijo, el más chico del primer matrimonio, Ariel, que ya tiene casi 40 años.
Al repasar el aspecto laboral de su vida contó: “En esta cuestión de la informalidad a la que me llevó toda esta situación, fui desarrollando diferentes oficios. Fui mucho tiempo artesano, trabajé el rubro del cuero, la marroquinería. Desarrollamos un gran estilo, capaz está mal que yo lo diga, pero eso nos llevó a participar en ferias muy importantes, ferias internacionales. Entonces me pude desarrollar de una manera fluida, los años pasaron, hasta que decidí cambiar y ahora hace 10 años, un poquito más, me dedico a la bio-construcción. También es un mercado informal, donde vienen clientes, nos encargan hacer sus obras, nosotros las garantizamos. Digo nosotros porque trabajo con mi hijo también en eso”.
En más de una oportunidad intentó reiniciar los trámites para obtener su residencia legal. La burocracia del Estado, alguna situación personal y más de un inconveniente hicieron que fuera posponiendo el acceso a la documentación legal personal.


Al tomar conocimiento de la existencia del Centro de Acceso (CAJ) a la Justicia que funciona en San Rafael retomó los trámites
“Viajé un par de veces a San Rafael, donde está funcionando el CAJ de esta zona. Ahí fui atendido por abogados, hay un equipo de gente que está capacitado como para poder llevar a cabo trámites que, de alguna manera, a personas comunes y corrientes se le complican mucho, como es mi caso” recordó el hombre.
Luego dijo me entregaron “un D.N.I. (Documento Nacional de Identidad) que les dan a los extranjeros que viven en Argentina. Comienzan a partir de los 90 millones, debe haber muchos, de diferentes nacionalidades, que han solicitado esa documentación”.

¿Cómo es vivir “legal” en la Argentina, ahora que tenés tu identificación? “Después de un mes me cayó la ficha de lo que significa. Antes de eso, en esa cosa de la informalidad que me permitió desarrollarme en un aspecto, en el aspecto de poder sobrevivir, de poder vivir dignamente en un trabajo. Eso le fue cortando muchas posibilidades a mis hijos, que fueron los más damnificados, por lo menos los tres más grandes, que son las hermanas de Ariel, la persona con la que vivo ahora, mi hijo. Bueno, sus dos hermanas, creo yo que por esas cosas de la vida, han sido hijos muy capaces intelectualmente, con mucha capacidad, son muy inteligentes. Ellos tres no pudieron acceder más allá de la secundaria, porque cualquier otro trámite, cualquier otra cosa, al yo tener esa imposibilidad, ellos no pudieron ingresar a la universidad, a la facultad, ni nada por el estilo. En el tiempo, yo pude sopesar esa situación, y me daba en negativo. Entonces ahora esta situación con el documento estoy con Irene y su hermana, y también eso, grandes estudiantes, han sido abanderadas, tienen unos promedios excelentes. Otra ve, estamos en la misma situación de que tienen que ir a la universidad, quieren, podrían hacerlo, porque evidentemente tienen las capacidades, pero otra vez me encuentro con mi imposibilidad económica que me da hasta eso que te decía antes, para vivir, para ir viendo, pero encarar semejante cosas se me está complicando muchísimo. La imagen nomás de tener que aguantarles, digamos, toda una carrera a ellas son los contras que tiene esta situación”.
Los hijos de Nelson ahora podrán tener su apellido, hasta ahora solo tenían el de las madres, y esa es una satisfacción para él como su núcleo familiar.

Antes de finalizar recomendó a las personas indocumentadas a hacerse a la sede del Centro de Acceso a la Justicia, en calle Comodoro Pi 220, Barrio Constitución, San Rafael. Teléfono 442-1530.
“Es muy difícil moverse en ese mundo de la formalidad, en eso de la burocracia, que se llama, en el tener que atender tantas cosas. Y en este caso, se me hacía tan grande todo que optaba por dejar, y así se me fue creando más problema. Entonces, mi recomendación para estas personas es que busquen el asesoramiento del C.A.J., creo que ellos están viniendo una vez a la semana, o es la intención de empezar a venir a Malargüe a atender los casos aquí, para evitar que la gente tenga que viajar a San Rafael” dijo Nelson José Ruiz Pérez, que usa los dos apellidos, como es tan común en Chile.
