miércoles, febrero 5, 2025
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EL DÍA DE LA MINERÍA NO ES UN DÍA MÁS EN MENDOZA

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Por: Ing. Emilio Guiñazú Fader-Secretario de Energía y Minería de Mendoza

Hoy, 7 de mayo, se festeja el día de la minería en Argentina conmemorando la sanción del Código Minero en el año 1813, una de las primeras manifestaciones de organización económica que tuvo la Argentina en la cual se reconocía la minería como una actividad esencial para el desarrollo del país. No es casual que este impulso sea el resultado del mismo proceso histórico que terminó con la esclavitud en la Argentina liberando a parte de nuestros compatriotas de sus cadenas y prometiéndoles el progreso de la mano del trabajo esforzado y honesto.

Hoy, 207 años después, vemos que esa visión que tuvieron los fundadores de la Argentina no termina de concretarse porque la minería, a diferencia de muchas otras actividades que sí encuentran lugar en nuestra economía, necesita de instituciones organizadas, que busquen su crecimiento a largo plazo, que sean capaces de capear tempestades manteniendo firme el timón aún en los momentos más difíciles. Desgraciadamente, esta no es una de las fortalezas de nuestro país, que siempre miró el campo como su salvavidas, que por su propia naturaleza productiva tiene ciclos mucho más cortos y una capacidad de adaptación inagotable. Mientras el campo alcanzó para mantener al país, éste se dio el lujo de despreciar y desconsiderar la minería como uno de los vectores más potentes en los que podía proyectar su crecimiento. Cuando el campo dejó de ser suficiente, comenzamos a desarrollar espasmódicamente la minería con resultados parciales y poco satisfactorios.

En Mendoza la situación es aún peor, nos concentramos en una sola actividad para nuestro desarrollo económico: la vitivinicultura y toda nuestra creatividad durante décadas, se limitó a desarrollar actividades complementarias alrededor de la misma y, cometiendo el mismo error que la Argentina, despreciamos otras actividades y hasta demonizamos la minería, uno de los potenciales pilares de crecimiento de nuestra economía. Hoy, cuando la pobreza ya ensombrece el rostro de nuestros hijos, miramos para todos lados buscando respuestas y solo encontramos miradas de desconcierto y de quienes defienden una “pobreza digna”, sea lo eso signifique, en vez de promover un crecimiento sustentable que saque a nuestros hermanos de la pobreza y proyecte a nuestros hijos al mundo.

Mendoza tiene probablemente el mayor potencial de la Argentina para el desarrollo de la actividad minera en términos geológicos, humanos, tecnológicos, industriales y ambientales, pero no conseguimos mantener una discusión seria y productiva sin caer en extremos e ideologías.

Una industria que proyecta sus iniciativas a 50 años de anticipación no puede ser rehén de discusiones livianas e ideologizadas en las cuales las partes no son capaces de dialogar, de colocar hechos e información en la mesa y de definir caminos que contemplen los intereses y las necesidades de todos. En Mendoza no hemos logrado alcanzar ese equilibrio, los fanatismos doblaron la muñeca a la institucionalidad. Las emociones mal orientadas le ganaron a los análisis técnicos.

Podemos llegar a un acuerdo en cuanto que la minería no puede desarrollarse en todo el territorio provincial por razones culturales, porque no se ha demostrado nunca alguna limitación ambiental, técnica o económica, pero lo que no podemos de ninguna manera es aceptar que la minería no tenga lugar en Mendoza. Hay regiones que pueden, y necesitan desarrollar esta actividad y si no logramos ponernos de acuerdo en cómo hacerlo, más temprano que tarde esas regiones buscarán otro camino para poder desarrollar la minería, alejado de los fanatismos y de los intereses particulares. Los que perderán, sin lugar a dudas, serán la provincia y sus habitantes.

Hoy en un aniversario más de la visión que tuvieron nuestros ancestros que imaginaron una argentina independiente, justa, equitativa y potente apelamos una vez más a la racionalidad del diálogo y a la seriedad de las discusiones y nos comprometemos a educar y comunicar más y mejor para que, entre todos, podamos encontrar de una vez por todas un camino factible para el desarrollo de la minería en la provincia.

Nuestros padres así lo vieron y nuestros hijos lo necesitan.