A Luis “Luisito” Alonso quién no lo conoce en Malargüe, por las dudas, hay que decir que es el técnico óptico que desde hace más de 43 años ayuda a que los malargüinos cuenten con una mejor visión desde su “Óptica Lumen”.
Siendo muy niño descubrió su vocación por los anteojos. Nacido en Rosario, Santa Fe, a principios de la década de 1960 su familia se radica en San Rafael, pues su padre comenzó a trabajar en la óptica un familiar, Armando Hugo Gallo.
“Recuerdo, siendo chiquito, haberme metido en el taller donde trabajaba papá ¡Me fascinaba cómo se armaba un anteojo y los detalles que eso tenía! Me fui entusiasmando y terminé estudiando óptica en la Universidad Nacional de Rosario” comentó Alonso en el inicio del diálogo con diario digital Ser y Hacer de Malargüe.
En la casa de altos estudios obtuvo la especialidad en contactología, que en 1979, cuando se recibió de Técnico óptico, era algo novedoso. Luego realizó las especializaciones de óptica instrumental y fotografía.
Tras recibirse y estando en la óptica de su tío Gallo, un viajante le habló de la posibilidad de venirse a Malargüe para trabajar como óptico, ante la carencia de esa profesión en la entonces villa cabecera de este departamento.
“El viajante se llamaba Carlos Núñez y le traía relojes para venderle al señor Cantero, que tenía una relojería sobre Av. San Martín. Decidí venir un día y ya en el viaje me enamoré de las montañas. Recuerdo que era un día hermoso, con un sol maravilloso. Empecé a caminar y ví como la gente se saludaba en las veredas, la tranquilidad que había y pensé –esto es para mí, yo quiero estar acá- Mientras esperaba que Carlos terminara su trabajo, con él había viajado, me puse a tomar café en Nippur, que estaba en la esquina de San Martín y Villegas, propiedad de quien es mi gran amigo Ramón Ibañez. Charlamos y me entusiasmé aún más” recordó “el óptica de Malargüe”.
En esa época era propietario de Farmacia San Daniel el señor Oscar Chena, quien recibía anteojos para arreglar y los mandaba para su reparación a San Rafael. Tras una conversación surgió la posibilidad de establecer una sociedad. En enero de 1980, en un costado de la farmacia, se estableció la primera óptica de Malargüe.
Al cabo de dos años, Luis le alquiló un local a la familia Musa, en Av. San Martín casi Cmte. Rodríguez. Durante casi 38 años allí instaló su “Óptica Lumen”.
“Con el señor Musa y sus hijas éramos como de la familia. En su local fuimos creciendo comercialmente. En esa época las fotografías se imprimían y añadimos a la óptica ese rubro. Tenía cuenta corriente con Kodak y pudimos hacer cosas muy lindas para Malargüe” repasó el protagonista de esta nota.
Cuando se le preguntó cuál es la tarea específica de un técnico óptico respondió “el técnico tiene una estrecha relación con el oftalmólogo u oculista, como le dice la gente. Establecemos una relación, tal como la que tiene un traumatólogo con una ortopedia. Nosotros, los ópticos, somos la ortopedia para los ojos (risas). El oftalmólogo revisa el ojo y es el que receta el anteojo, porque un óptico no lo puede hacer porque a veces una afección ocular que parece que requiere anteojos puede ser otra cosa. Los oculistas no pueden colocar lentes de contacto o entregar anteojos. Siempre estamos en contacto con los oftalmólogos y nosotros somos un auxiliar de ellos. El mío es un trabajo minucioso, de taller, yo decidí hacer los anteojos porque me encanta, por eso nunca he delegado esa tarea en otra persona, como hoy es común”.
Óptica Lumen funciona la actualidad en Rodríguez este 30, donde se instaló hace casi cuatro años. Es uno de los pocos comercios que ha transcendido hasta nuestros días con el mismo nombre desde la década de 1980.
Luis también se dedicó a la docencia, donde se jubiló hace algunos años, tras impartir clases en el Instituto Secundario Malargüe, además del secundario y terciario del San José.
“Estos 43 años que llevo en Malargüe han sido extraordinarios. Me siento un bendecido, un agradecido eternamente a Dios que me puso en este lugar. Mi esposa, María Inés, me acompañó siempre, ella es un puntal enorme en todo esto. Aquí formamos nuestra familia, se criaron nuestros cuatro hijos, que ya nos han dado cinco nietos. Me considero un eterno deudor de este lugar. He tenido de clientes a los grandes fundadores de Malargüe como don Fernando López, los señores Salvatierra, los hermanos García, la familia Rivero y tantas otras. He sido el óptico del abuelo, del padre y de los hijos, por lo menos de tres generaciones familiares. Me siento un multimillonario, pero no en dinero, en amigos, en experiencia de vida, en lo que le pude dar a mi familia” expresó “Luisito” como todo el que lo conoce le dice, apodo que recibió al llegar en los años ´80, siendo muy joven y tal vez también porque quien toma contacto con él sabe que tiene un alma de niño, que nunca deja de transmitir un sano chiste para sacarle una sonrisa.
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