Miguel Camilo Arroyo, que cuenta en estos momentos con 76 años, es un deportista al que podríamos llamar “todo terreno”, pues ha incursionado en varias disciplinas deportivas, desde corta edad hasta nuestros días.
Cuando sus padres, Dulia del Carmen Navarro y Nieves Arroyo, residían en una humilde vivienda en Esquivel Aldao e Illescas, vino al mundo. El matrimonio tuvo 10 hijos, de los cuales tres quedan con vida. Don Nieves era albañil y su esposa ama de casa.
A los siete años, sus progenitores enviaron al pequeño Camilo a trabajar en tareas de campo, por lo que no pudo concurrir a la escuela y solo sabe firmar.
Hasta la edad de 20 años vivió en el puesto de Amadeo Navarro, en proximidades de cerro Los Leones, ubicado en la zona este de la Ciudad de Malargüe.
Desde niño se sintió llamado a realizar deportes y así lo recuerda “estando en el puesto del finado Amadeo empecé a hacer deportes. Todos los sábados me venía al pueblo, a caballo, para jugar al fútbol. En el año 1960 empecé a jugar en el equipo de Unión Talleres Grassi. Yo no entrenaba, me venía a lo bruto a jugar los partidos, que se hacían en la cancha de Vialidad, que estaba toda rodeada con trincheras de arabias. Yo jugaba de tres, al arco y en otros puestos. En Talleres Grassi jugué muchos años”.
Cumplió con el servicio militar obligatorio en Campo Los Andes, departamento de San Carlos.
A la edad de 22 años comenzó a trabajar en Mina Huemul, época en la que surgió el Club Energía Atómica. Él entrenaba en la mina, “casi todas las tardes, con los muchachos del club, pero jugaba para Talleres Grassi, que a veces eran los rivales (risas)”.
Fue en ese tiempo que conoció a la jovencita Alicia Moyano (fallecida), que tiempo después sería su esposa y con quien conformaría una familia, que se inició en las casas de sus padres y que luego residiría en el hoy barrio Los Intendentes.
Reconoce que fue fumador y tomador de bebidas alcohólicas, hasta que de un día para otro decidió dejar esos “vicios” de lado, para dedicarse exclusivamente al deporte.
El deporte era su pasión. Además de jugar al fútbol incursionaría en el ciclismo de ruta y en el boxeo.
Al descubrir el atletismo se sintió llamado por ese deporte. Corrió la primera maratón que se corrió en el departamento, en el año 1973, con motivo de la inauguración del actual edificio de LV 19 Radio Nacional Malargüe, la que recorrió los barrios de la entonces villa cabecera del departamento.
A los años, cuando comenzó a disputarse la Maratón Nocturna de Malargüe fue parte de la primera edición y desde ese momento lo hizo hasta hace dos años.
“Cuando corría mi señora tenía un lugarcito reservado para ella en la Av. San Martín donde me miraba mientras daba las cinco vueltas” expresó el hombre más adelante, mientras los ojos se le llenaron de lágrimas.
Formó parte del atletismo de los barrios, corrió carreras en varios departamentos de nuestra provincia e incluso en La Pampa.
Ha sido entrenador de fútbol, el último equipo que dirigió fue “Unión femenina”, con el que obtuvo varios campeonatos.
Tiene 10 hijos, 36 nietos y cinco bisnietos, a quienes los ha incentivado a que practiquen deportes. “Yo siempre trato de estar con ellos cuando corren o juegan al fútbol”, dijo.
“Al fallecer mi señora, hace cuatro años, sentí que el cuerpo se me quebraba, no quería hacer nada. Fue en ese entonces cuando un día me crucé con la señora Nancy Andrada y su marido, Carlos Rosseau, que conocía de las carreras de atletismo, y me invitaron a jugar al newcom. Me entusiasmaron y empecé. Ahora estoy haciendo tejo. Todos los días vamos a entrenar al polideportivo, a las dos de la tarde. Es algo muy lindo. Ando todo el día para arriba y para abajo en mi bicicleta. Como la jubilación es muy poca me dedico a juntar aluminio, cablecitos de cobre, hago changas de limpieza de lotes, acequias. Vez pasada estuve en terapia intensiva por un problema en el pulmón, pero les agradezco a los hijos, los nietos, a la señora Nancy y a Carlos que me ayudaron y aquí estoy” expresó Camilo.
El hombre trabajó durante casi 20 años en los planes de empleo del municipio, hasta que pasó a formar parte del personal estable y se jubiló como agente municipal.
“Toda mi vida me gustó hacer deportes, mi señora siempre me acompañó y yo creo que eso fue lo más importante para seguir. Por eso trato de estar presente cuando juega un hijo, una nuera, o un nieto. Muchas personas me han dicho que el deporte es salud y eso es así. Uno se siente bien, hace amistades, conoce muchas partes. También es bueno porque cuando viene gente de afuera uno trata de que la pase bien, de demostrarle que los malargüinos somos buena gente” añadió en otro tramo de la entrevista que compartimos en su casa.
“Yo no tengo plata, nunca la tuve, pero soy muy feliz porque hago deporte, por la gente que me ha apoyado siempre, por la gente con quien uno comparte. Hasta hoy, todos los sábados voy a ver los hijos y los nietos que juegan al fútbol. Los días de semana voy a tejo. Cuando no estuve bien salud jugué al sapo ¡Hasta llegué salir tercero en los juegos sanmartinianos de Mendoza! Hacer deportes es algo muy lindo y todas las personas deberían practicarlo para andar bien de salud y no pensando en cosas malas” concluyó “el Camilo” como todos le decimos, con cariño, en nuestro Malargüe.
Nota de Eduardo Araujo.
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