Muchos han sido los reclamos de la ciudadanía para que la desidia y el abandono den paso a tener a la Ruta Nacional 40 terminada, en el tramo Bardas Blancas- Ranquil Norte en Malargüe. En esta ocasión veremos los fantásticos paisajes que se encuentran a la vera de tan precario camino y que al observarlos divisamos el entorno maravilloso donde el agua y la roca sorprenden al viajero a cada paso que da, lástima que al poner atención a los serruchos constantes, desniveles peligrosos en los paños de asfalto que queda y ripio desordenado no permiten ver, como se debiera, esa increíble obra natural del entorno.
Recorriéndola a 30 km/h, velocidad obligada salvo que el vehículo que usemos sea muy moderno y preparado para terrenos difíciles, podemos contemplar el poblado Bardas Blancas, un simpático lugar que por su simpleza nos deja maravillados, allí la Ruta 40 que viene de Malargüe y después de superar la sinuosa Cuesta del Chihuido permite tomar el camino que pasando por el Paso Pehuenche nos lleva a Chile hacia el oeste o siguiendo al sur se traspone Bardas Blancas para iniciar la verdadera aventura.
A poco de andar por el camino parchado de asfalto o enripiado, se alcanza un puente que a sus pies nos muestra el correntoso Río Grande que pasa hacia la izquierda del recorrido, luego la cordillera que veíamos lejana comienza a acercarnos algunos cerros que brindan valles de llamativa belleza; cerros, río y un rústico camino nos relajan el espíritu porque la bella naturaleza se impone a pesar del polvillo levantado por los vehículos que por ahí transitan.

Así seguimos en el tramo de la ruta “monumento a la falta de compromiso vial”, pero más vivencias podemos tener en su recorrido.
Llegando a La Pasarela encontramos una verdadera obra del capricho natural, por un desfiladero de Basalto el majestuoso Río Grande escurre, esta vez hacia la derecha del camino, la superficie del agua se encuentra a unos 25 metros bajo el paso carretero o de las tablas del antiguo puente de madera muy precario pero que todavía muestra su perfil a pesar de la ausencia de barandas y que desafía a algún valiente que se anime a cruzarlo.

En marcha nuevamente, la ruta serpentea entre laderas basálticas que acompañan varios kilómetros haciendo ameno el tránsito que después de tres horas nos hace abandonar los “serruchos interminables” que nos recuerdan seis años de lento tiempo de la justicia para resolver asuntos comerciales de empresas incumplidoras que en sintonía con la institución vial nacional que corresponde, marca un rumbo de desidia que parece no tener fin.
Así es el tramo de la Ruta Nacional 40 entre Bardas Blancas y Ranquil Norte en el sur de Malargüe, un camino de penurias junto a una sucesión de paisajes extraordinarios que hacen vivir unas horas agridulces que los viajeros merecemos disfrutar de otra manera, mientras se sigue esperando urgente solución al respecto, solo se necesita asfaltar estos 80 kilómetros para agregar a la oferta turística del sur “80 kilómetros de ruta paisajística de extraordinaria belleza”.
Por Enrique Mario Barrera
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