
Cada 21 de septiembre, miles de jóvenes en Argentina regalan flores amarillas. Esta costumbre, que nació en la ficción de Floricienta y se expandió en redes sociales, hoy se convirtió en un símbolo de alegría, amistad, orgullo juvenil y unión generacional.

El 21 de septiembre se transformó en una fecha muy esperada por los jóvenes argentinos, no solo porque marca el inicio de la primavera y el Día del Estudiante, sino también porque se consolidó una costumbre que llena de color las calles: regalar flores amarillas. Esta práctica, impulsada por las redes sociales y la cultura popular, combina lo simbólico con lo festivo.
El origen de esta tendencia está en la serie infantil argentina “Floricienta”, emitida en 2004, donde la canción “Flores amarillas” describía el sueño de amor, la felicidad y los momentos especiales. Aunque en un principio era solo parte de una ficción televisiva, con el tiempo los fans llevaron este gesto a la vida real, transformándolo en una tradición que hoy circula en cada rincón del país.

El auge definitivo llegó gracias a TikTok y otras plataformas digitales. A partir de 2022, miles de videos con jóvenes regalando flores amarillas se viralizaron, especialmente el 21 de septiembre, fecha que coincide con el Día de la Primavera, el Día del Estudiante y el Día de la Juventud en Argentina. Así, la costumbre dejó de ser un gesto aislado para convertirse en un ritual compartido por miles de adolescentes y jóvenes adultos.
Más allá de la moda, el color amarillo tiene un profundo simbolismo. Representa amistad, optimismo, energía y alegría. Asociado con el sol y los nuevos comienzos, regalar flores amarillas se entiende como un deseo de felicidad y buenos momentos para quien las recibe, una forma simple y a la vez poderosa de transmitir emociones positivas.

Lo interesante es que estas flores no se regalan solo en un contexto romántico. Entre compañeros de clase, grupos de amigas o incluso dentro de familias, el gesto se interpreta como una celebración de la unión y la amistad. Es, en definitiva, un símbolo que refuerza lazos afectivos y sociales, algo muy valorado por los jóvenes.
Para los adultos, conocer el origen y el sentido de esta tradición es clave. Muchas veces lo que parece una moda pasajera encierra un mensaje de identidad cultural y emocional. Cuando padres, docentes o referentes muestran interés, los jóvenes sienten que son escuchados y comprendidos, lo que fortalece el diálogo y reduce la distancia entre generaciones.

En Malargüe y en todo Mendoza, cada primavera se pueden ver florerías que se preparan especialmente para esta fecha. Los ramos de girasoles, crisantemos o rosas amarillas se convierten en protagonistas, y no faltan los adolescentes que caminan con una flor en mano rumbo a un picnic estudiantil. Así, un gesto nacido en la televisión hace casi veinte años logró transformarse en un ritual moderno que, sin dudas, llegó para quedarse.
Y sobre todo, regalar flores amarillas es también un acto de orgullo para quienes forman parte de la juventud. Con estas tradiciones, los jóvenes muestran cómo es posible transmitir alegría, unión y afecto con gestos simples.
Ser joven es un orgullo muy grande, y este 21 de septiembre queremos desear un feliz Día de la Primavera y, en especial, un muy feliz Día del Estudiante a toda la juventud malargüina.

