
Conmemorando el Día Internacional de la Paz, los jóvenes de la Fundación Ser y Hacer —Embajada de Paz acreditada por Mil Milenios de Paz— recorrieron las calles de Malargüe con la Bandera de la Paz, entregaron grullas de papel como símbolo nacido en Hiroshima y reafirmaron su compromiso con la paz.

El 21 de septiembre se conmemoró en todo el mundo el Día Internacional de la Paz, instaurado por Naciones Unidas como un llamado global a detener la violencia y promover la concordia entre los pueblos. En Malargüe, los jóvenes de la Fundación Ser y Hacer, Embajada de Paz acreditada oficialmente por Mil Milenios de Paz, realizaron una acción profundamente simbólica: confeccionaron y entregaron grullas de papel a transeúntes y comerciantes del centro de la ciudad.
El recorrido de entrega estuvo acompañado por la Bandera de la Paz, reconocida internacionalmente como emblema de la unión entre los pueblos. Cada grulla fue entregada con el saludo “Feliz Día de la Paz”, gesto que fue recibido con sorpresa y alegría por los vecinos.
Antes de salir a las calles, los jóvenes —que se están formando como abanderados de la Paz— compartieron una charla con sus compañeros, donde explicaron la simbología de la bandera que los acompañó en la caminata. Ese momento formativo se transformó en un espacio de reflexión colectiva sobre el valor de la paz y la responsabilidad de transmitirla.

El gesto de las grullas tiene una raíz histórica cargada de sentido. Tras la bomba atómica lanzada en Hiroshima en 1945, la grulla de papel se convirtió en un símbolo universal de paz gracias a la historia de Sadako Sasaki, una niña víctima de la radiación que decidió doblar mil grullas con la esperanza de sanar. Su deseo trascendió su vida y se convirtió en un emblema de la búsqueda de un mundo libre de guerra y violencia.
Con esta acción, los jóvenes de Ser y Hacer no solo honraron esa memoria, sino que también reafirmaron su compromiso de formarse llevando a la comunidad un mensaje inspirador: la paz no es una utopía, sino un camino que se construye en cada gesto, en cada palabra y en cada encuentro.

La Bandera de la Paz
La Bandera de la Paz fue creada en 1935 por el artista y humanista ruso Nicolás Roerich. Surgió junto con el Pacto Roerich, un tratado internacional firmado en la Casa Blanca por 21 países americanos, incluida la Argentina. Su propósito original fue proteger museos, escuelas, monumentos y todo espacio cultural tanto en tiempos de paz como en tiempos de guerra.
Años más tarde, este espíritu se extendió y dio origen a la idea de la Cultura de Paz, promovida por organismos internacionales como la UNESCO.
El diseño de la Bandera de la Paz es simple y profundo:
- Fondo blanco: representa la pureza y la aspiración a la paz universal.
- Círculo mayor rojo: simboliza la unidad de la vida y la cultura, que envuelve y protege.
- Tres círculos interiores rojos: tienen dos interpretaciones complementarias:
- Arte, Ciencia y Espiritualidad, los tres pilares de la cultura humana.
- Pasado, Presente y Futuro, unidos y custodiados dentro del círculo de la eternidad.

En el año 2013, el Congreso Nacional sancionó la Ley 26.819, que declaró el 21 de septiembre como Día Internacional de la Paz. Esta ley autoriza e invita a izar la Bandera de la Paz en todos los edificios públicos y en todas las escuelas del país. También promueve que las instituciones educativas realicen actividades sobre la paz y la convivencia ese día.
La Bandera de la Paz no representa a un país ni a una religión, sino a la humanidad entera. Es un símbolo universal de unidad en la diversidad, que nos recuerda que la paz no es solo la ausencia de conflictos, sino una manera de vivir en armonía en lo personal, lo comunitario y lo global.
Cada vez que se iza esta bandera, se renueva un compromiso:
- Pensar, hablar y actuar en armonía.
- Cuidar la cultura como patrimonio común.
- Promover la justicia, la solidaridad y el respeto a la diversidad.
La Bandera de la Paz es más que un emblema: es un contrato ético con la humanidad. Nos invita a reconocer que el arte, la ciencia y la espiritualidad son caminos que nos unen y que juntos podemos construir un presente y un futuro en paz.

