El Dr. René Favaloro nació el 12 de julio de 1923 en La Plata y falleció el 29 del mismo mes de 2000 a los 77 años en la ciudad de Buenos Aires.
Recibido de médico en 1949 en la Universidad Nacional de Buenos Aires, uno de sus profesores, el Dr. José Malnetti, le aconsejó capacitarse en USA, en la Cleveland Clínic. Radicado en ese país en la década de 1960, en 1967 estudió la posibilidad de utilizar la vena safena, en la cirugía coronaria.
La estandarización de esta técnica, llamada del bypass, le dio prestigio internacional, ya que ello significó un antes y un después en la historia de las enfermedades coronarias.
No obstante haber podido continuar su brillante carrera en el gran país del norte, Favaloro optó por regresar a la Argentina en 1971 con el claro objetivo de concretar su sueño: desarrollar acá un Centro de excelencia similar al de la Cleveland Clínic. Algo que combinara la atención médica con la investigación y la educación.
En 1975 fundó con ese propósito junto a otros colaboradores, la Fundación Favaloro, que sigue hoy activa prodigando asistencia a miles de pacientes argentinos y de naciones vecinas.
En 1992 inaugura en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular y en julio de ese mismo año, realizó la primera cirugía cardiovascular en el país. Tenía entonces 69 años.
Su legado
Luchó contra el consumismo extremo, advirtiéndonos que “actúa sobre las personas como una droga que obliga a comprar para saciar un estado de necesidad”.
Propició la defensa del ambiente y condenó el desarrollo de la industria bélica que “…ha eliminado recursos irrecuperables y pone la riqueza al servicio de la destrucción”. (Diario Los Andes 11/4/1991).
Trascendencia de la educación
Con fecunda claridad Favaloro rescata y asume como propia la importancia de la educación. Porque asegura la defensa de la libertad y de la honestidad, ya que “Sólo la libertad permite desenmascarar a los inmorales”, solía expresar en sus conferencias.
También para él, la planificación de la enseñanza primaria, debe concitar la mayor atención. Resulta imperativo terminar con el analfabetismo y el semi analfabetismo de millones de argentinos, porque “si no lo hacemos serán siempre utilizados por los demagogos de turno y no comprenderán la verdadera razón de lo que les pasa”.
Sostenía ademas que las escuelas de campo y en especial las escuelas albergue, “deben estar rodeadas de una huerta, de colmenas, frutales y gallineros donde los niños, dirigidos por sus maestros, produzcan sus propios alimentos aprendiendo a amar y a cuidar la naturaleza”.
Su mayor enemigo: la corrupción
Nadie ignora la imagen inexpugnable de Favaloro como adalid del esfuerzo y de la honestidad.
El Gran Cirujano mejor que nadie sabía y por ello nos advirtió que el flagelo de la corrupción si no es corregido a tiempo, termina destruyendo la armónica convivencia, preludio de la inevitable desintegración nacional. Ello, lamentablemente, lo hemos constatado en los últimos lustros, conforme evidencia de los hechos delictivos cometidos en la función pública, que son ya hoy de dominio público.
Su amor a la patria: la inmolación
Por encima de todos sus esfuerzos, preocupaciones y desvelos, Favaloro profesó un inconfundible y encomiable amor por la patria argentina.
Y de modo dramático pero sublime, demostró ese “amor” en el acto mismo que conllevó a su muerte: una verdadera inmolación.
Ello es así, porque en el año 2.000 en medio de la crisis económica, política y moral que atravesaba la Argentina, la Fundación Favaloro ingresó en una compleja situación financiera, debido principalmente a la falta de reintegros adeudados por el Gobierno Nacional. Inútiles fueron sus reclamos para poder continuar con su obra y, esperanzado en que finalmente la ayuda llegaría (estando ya la Fundación en situación desesperante), el 29 de julio se inmoló disparándose un tiro en el corazón.
Conclusión
Cerramos estas líneas rindiendo un sentido homenaje y expresando nuestra enorme gratitud, en nombre del Pueblo Argentino al Dr. René Favaloro: persona excepcional cuya memoria ha de perdurar -con el sentido que brindamos en el presente-, en tanto exista en la faz austral de la Tierra, nuestra dolida pero tan querida nación argentina.
Su vocación inquebrantable y su inclinación por el bien común, hacen de este hombre ilustre, el ejemplo a seguir por todo argentino de bien, debiendo ser considerado -próximo a cumplirse 25 años de su muerte- un genuino Prócer Nacional.
Por Carlos Pincolini, presidente de la Fundación Vivencias Argentinas.
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