Paro bancario se anunció para mañana (Foto ilustrativa)

El aislamiento social, preventivo, sanitario y obligatorio por el que estamos transitando a todos cuesta. Hay quienes se deprimen, no saben qué hacer con los chicos en la casa, aumentan los conflictos intrafamiliares por la falta de convivencia entre los integrantes del grupo familiar, los adultos mayores pasan horas frente al televisor recibiendo mensajes que los cargan de preocupaciones. En el plano económico, que algunos buscan desestimar, la situación se vuelve compleja cuando no hay un sueldo o subsidio del Estado que ingrese a un hogar, es más las propias arcas gubernamentales se están achicando por la falta de recaudación y la baja del crudo por ejemplo. Los profesionales autónomos, la gente que vive de su oficio, los comercios que están cerrados verdaderamente están muy complicados, lo mismo pasa con los prestadores turísticos.

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 Enumerar los aspectos negativos del aislamiento por el Coronavirus puede llevarnos al autoflagelamiento y la victimización. Es necesario, entonces, comenzar a sacar conclusiones positivas, para desde allí contagiar entusiasmo a quienes tenemos a nuestro lado, a buscar soluciones a los problemas que se nos presentan.

“Hay cosas que han llegado para quedarse” decía un científico argentino días pasados en una conferencia de prensa junto Ministro de Salud de la Nación y enumeró el lavado constante de las manos, estornudar o toser en la cara interna del codo, limpiar picaportes y superficies de apoyo de manera constante, mantenemos el distanciamiento con los demás. Si esas medidas las seguimos aplicando habremos aprendido una gran lección y no solo vamos a prevenir el Coronavirus sino también la gripé común y tantas enfermedades que se transmiten porque no tomamos recaudos colectivos.

No somos pocos los que en estos días estamos más pendientes de nuestros padres y abuelos mayores. Si esa preocupación la hacemos carne para adelante la vida nos dará muchas sonrisas y satisfacciones.

Es innegable que este aislamiento también nos ha hecho ver que no todo en la vida pasa por las cosas materiales, importantes por ciento para el diario vivir, pero que hemos notado que la salud es un bien preciado, hemos aprendido a diferenciar claramente lo que es un problema de salud pública de las ideologías que hablan de ella para imponernos criterios que van en contra de la cultura de la vida.

Lo bueno del aislamiento del Coronavirus es que seguramente cada uno de nosotros retornaremos a nuestras actividades, cuando las autoridades lo dispongan, siendo un poquito más humanos, física y espiritualmente, y reconozcamos en el otro su dignidad de persona.

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