Plan caprino continua con reuniones en zona rural.

Cuando la mayoría de los malargüinos que llevan sus animales a los potreros cordilleras están regresando de las veranadas, diario digital Ser y Hacer de Malargüe recorrió “el camino del Mallán”, que une las localidades de Menchenquil y El Alambrado con Poti Malal, en el distrito de Río Grande.

El lugar no tiene ningún tipo de señalización vial, es todo camino de suelo natural consolidado, en buenas condiciones de transitabilidad. Tiene unos paisajes magníficos. Cerca de 50 familias todos los veranos dejan sus puestos de invernada para llevar cabras, ovejas, vacunos y cabalgares en busca de las pasturas que prodiga “la sierra” que ha estado cubierta de nieve durante el invierno y que al descongelarse deja al descubierto hermosas vegas.

Los cursos de agua cristalinos florecen en medio de altas montañas, dejando a su paso vistas espectaculares, que permanecen ocultas aún al turismo.

El recorrido de nuestro equipo comenzó en El Alambrado donde al oeste del centro cívico nace el camino, que trasponer arroyo El Molles conduce a la sierra de El Mallán.

Cuando se está por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar, la familia Ávila tiene su veranada. Allí estaban Paola (P) y Ulises (U), quienes gentilmente nos hicieron pasar a unas de las “casitas” donde compartimos el reportaje que reproducimos a continuación.

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Ulises y Paola Ávila dialogando con Ser y Hacer.

¿En qué tiempo han subido a este lugar?

P- Nosotros, en realidad, subimos en diciembre. El primer piño que traemos, que son las mostrencas (cabras que no han sido preñadas) lo vinimos a dejar en octubre, el siete u ocho. Y ya ahí nos ocupamos con el trabajo de los chivos en invernada. Pero siempre queda una persona acá cuidando esos otros animales.

¿Dónde tienen la invernada ustedes?

P- En Buta Bellón, sobre la ruta nacional 40.

Ustedes subieron en diciembre para acá, ¿y hasta cuándo se quedan?

P- Ahora ya el 12 (mañana) volvemos. En realidad, pensábamos quedarnos hasta el 15 o 20 de abril, pero tenemos otros trabajos más para hacer allá, que ya nos obliga a irnos.

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¿Cómo ha estado la veranada este año?

P- Este año muy linda, gracias a Dios.

¿Por qué estuvo linda?

P- Porque este año hubo mucha nieve en invierno, y ha llovido casi todo el verano. Eso nos ha favorecido totalmente.

U-Lo malo es la gran cantidad de zorros. Yo tengo que hacer noche en el rodeo, porque a las chivas las soltamos y se nos viene el zorro y mata chivos. Cuando no viene el rodeo, ahí está el zorro. El puma, la otra vez, nos hizo daño, mató unas cuantas ovejas.

CAÑADA COLORADA

En esta zona de El Mallán, además de ustedes ¿alguien más hace veranada?

P- En esta zona de El Mallán, tenemos los Villar. Después tenemos otros vecinos más, que son los Estay. Más para allá se van a encontrar ustedes a Sánchez, Sepúlveda, Rodríguez, en total debemos ser como 50 familias que estamos en toda la zona.

Ellos tienen sus invernadas en Coihueco, otros en El Alambrado, otros en Malalbaca. Y la gente que ya está más para Potimalal, ya inverna cerca de El Manzano, Mechanquil, toda esa zona.

¿Más o menos, cuánto tarda usted con el arreo de las chivas?

U- De la invernada, son tres días y de aquí para allá, dos días.

Una vez que llegan acá ¿Qué hacen?

U- En realidad, cuando nosotros llegamos, ya no hay nieve. Ya se ha destapado todo. La nieve queda, pero ya en lo más alto.

¿Pero afecta las casas?

P- Sí. Ya esta casita no se llena de nieve, porque queda bien cerrada. Pero las otras casitas sí se llenan todas de nieve, porque como no son tan lindas, es decir que no están bien. En condiciones están, porque las hemos arreglado. Pero la nieve se mete por las puertas.

Ya una vez que nosotros llegamos acá, siempre hay cosas para hacer. El tema es vivir permanente cuidando los animales, por el daño y todo.

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Don Ávila, ¿El hombre qué hace en la veranada, para aquellas personas que no saben nada de lo que es la veranada?

U- Ver los animales, por ahí juntarlos, repuntarlos, para que no se pasen para los otros vecinos. También cuestión de artesanía hace uno, para no pasar el día desocupado. Pero sí hay que pasar el día permanente al sigilo de los animales, salir al campo.

Y, a parte de ustedes dos en la veranada, ¿quién más está?

P- En realidad, en el tiempo nos venimos casi todos. Es decir, que mi mamá también se viene, yo tengo dos hermanos más que también están acá.

¿Cómo se llama tu mamá?

P- Mi mamá se llama Francisca Sepúlveda.

¿Y tus hermanos?

P- El mayor se llama David, y el menor se llama Hilario.

LA RETACERÍA SUR

Paola, ¿y la mujer qué hace en la veranada?

P- En el caso mío, estando mi mamá, por ejemplo, ella cocina, hace todo lo que es el pan, la comida. Y a mí me gusta el tema de los animales.

Y, con respecto a la leña y todo eso, ¿les queda lejos acá?

P- A nosotros no. Porque esta veranada es propia. Nosotros tenemos título de la veranada, y acá lo que es leña no tenemos problema.

¿Los visitan los agentes sanitarios, las autoridades?

P- No tenemos presencia de autoridades. Sería muy bueno que en algún gobierno alguien se encargara. No es necesario que nos traigan nada, si no que la presencia de ellos es bastante. Y de ahí ver ellos qué pueden ir mejorando.

Me decías que hay vecinos acá, no es el caso de ustedes, pero sí otros vecinos que necesitan de un camino que una esta zona del Mallán con la de Barrancas.

P- Exactamente.

Y, ¿dónde nace el camino, más o menos qué es lo que se ha hecho?

P- El camino nace en la parte que se llama Rahue. Ese camino se empezó hace un par de años y quedó hasta el Portezuelo del Rahue, que se llama. De ahí no sé cuántos kilómetros, pero calculo unos 40- 50, quizás menos, faltan para unir con Barrancas.

¿Por qué se necesita ese camino?

P- Ese camino es necesario por muchos sentidos. Es decir, por la gente que va a veranar por aquella zona. Y a veces por el tema de inconvenientes que puedan surgir en lo que es salud, o porque si ese camino existiera, la gente de salud podría recorrer esa zona. Porque acá no tenemos presencia de agentes sanitarios ni de médicos. Y, en tiempos de verano, es mucha la gente que viene con su familia. Hay gente grande, niños. Y quizás a veces necesitamos de un control, algo, y no lo tenemos por ese motivo. Ya han pasado varios casos también, donde ha habido algunos accidentes, y tenemos que bajar al Alambrado para pedir el auxilio de la ambulancia. 

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Y desde acá, de esta veranada, a El alambrado, ¿más o menos cuánto hay en kilómetros?

P- En kilómetros tenemos, más o menos, 30-35 kilómetros. No son largas las distancias, sino que complica un poco el tránsito, porque hay que circular muy despacio porque es todo camino de montaña y cornisa.

La conversación se extendió por cerca de una hora. Mientras lo hacíamos cuatro motociclistas se pararon para preguntas cómo llegar a El Alambrado, pues habían iniciado su recorrido en Poti Malal.

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Tras despedirnos seguimos viaje en dirección al norte. Luego de pasar una hermosa noche en medio de la montaña, al día siguiente seguimos nuestro recorrido hacia Poti Malal. La mayoría de las veranadas estaban ya sin sus ocupantes y los que aún permanecían ya estaban preparando el retorno.

Con otros crianceros con los que dialogamos nos dijeron que la temporada que termina ha sido buena en ese sector de la cordillera por la gran cantidad de pastura y agua, producto de las precipitaciones del invierno pasado.

La gente que ama el campo persiste con su ancestral y artesanal trabajo de vivir en veranada. Han vuelto o están volviendo en estos días a sus campos de invernada con el sueño de regresar a fines de año a esos lugares espectaculares que Dios les ha puesto en sus vidas para pasar otro verano. Sobre todos ellos se cierne la preocupación de qué será en el futuro cercano de esta actividad sobre la que acechan el zorro y el puma, una marcada despreocupación del Estado, en todos sus niveles, y otro dato, tampoco menor, la falta de jóvenes interesados en continuar con el trabajo de sus padres.

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