José Benegas, "Cacho" Sanchez (Pérez) Ripa, "Mono" López, "Pocho" Rivero, "Domingo" Camus.

Se cumplen 48 años del “malargüinazo”, un hecho que marcó la historia de Malargüe.

Los primeros días de julio de 1972 estalló en el departamento un movimiento popular, que pretendía reclamar ante el gobierno provincial sobre el total estancamiento económico que padecía Malargüe. La circunstancia detonante fue que la firma Florencio Casale, que explotaba la mina Santa Cruz en el distrito de La Escondida, había decidido cerrar sus puertas y dejar sin trabajo a 200 obreros, por no poder contar con asistencia crediticia para afrontar la crisis financiera por la que estaba atravesando.


También se sumaba el fracaso del proyecto de cultivo de la amapola con fines farmacológicos, ante la negativa provincial de proporcionarle a la empresa las tierras necesarias para el experimento, lo cual hacía perder las esperanzas de nuevas fuentes de trabajo.”

El cierre y despido del personal, sin las indemnizaciones de ley, motivó que un grupo de desempleados, con sus respectivas familias, iniciaran la denominada “Marcha del hambre” que llevó el reclamo hasta la propia ciudad de Mendoza.

Al no obtenerse respuestas que convencieran a los mineros, estos comenzaron a involucrar a otros actores sociales del departamento que les dieron su apoyo. Tras una serie de reuniones se decidió realizar un corte de la ruta nacional 40 en el puente sobre el río Salado, para lo cual se trasladó un camión del municipio, que estaba fuera de servicio, con lo que se produjo la obstrucción de esa vía de paso. La nevada que había caído, que produjo temperaturas mínimas cercanas a los 10 grados bajo cero, no fue obstáculo para llevar a cabo la medida. Paralelamente se produjo la toma pacífica de LV 19, por entonces bajo la órbita municipal.

LA CORDILLERA 1

Mucha gente suele confundir el malargüinazo o malargüazo con otro fenómeno social que ocurrió en el territorio malargüino en la década de 1960 cuando el gobierno provincial decidió trasladar uno de los motores con lo que se dotaba de energía eléctrica a la entonces villa cabecera, pero ese fenómeno se conoce con el nombre de “motorazo”.

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El Lic. Jorge Abaca y Vedia nos ha hecho llegar una investigación del “Malargüinazo” y las fotos que acompañan este relato y que ponemos a disposición del lector aquí https://bdigital.uncuyo.edu.ar/objetos_digitales/8845/elmalarguinazo.pdf

El docente concluye su trabajo diciendo: “El Malargüinazo, como otras protestas sociales, estuvo vinculado a las distintas transformaciones de índole popular, en un contexto mundial de reposicionamientos, fruto de una serie de hechos socio-políticos.

La incidencia a partir de 1959 de la Revolución cubana, sumado a la influencia en la sociedad del peronismo revolucionario, y otros grupos de izquierda, fueron consecuencia de una imagen de la sociedad argentina fundada en la violencia, tanto en el orden político, social y económico.

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El país vivía un clima político desfavorable, una creciente actividad guerrillera que se veía traducida en el descontento popular. En tanto las organizaciones guerrilleras (Montoneros, F.A.R., F.A.P.) asestaron diferentes golpes, respaldadas por un explícito apoyo del líder justicialista en sus declaraciones en el exilio. Mucha gente empezó a creer que solo Perón podría establecer el orden. Desde la visión armada, en un marco dictatorial, los protagonistas se integraron para producir el tan esperado enfrentamiento social: la protesta popular.

El año clave para el comienzo de esta incursión de la protesta fue 1969. El relato en relación al estallido de sectores del pueblo cordobés, quitó las bases de apoyo de las clases dominantes, comprendidas en representaciones de poder, expresadas en la amenaza de la violencia. La situación de violencia se complementaba con la represión, encarcelamiento, asesinatos, persecuciones y arbitrariedades.

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Los levantamientos sociales desarrollados en mayo de 1969 en las ciudades de Corrientes, Rosario, La Plata y Tucumán culminaron entre el 29 y el 31 de ese mes en el denominado Cordobazo; en la que confluyeron los sectores más enérgicos y contestatarios de la sociedad, dio por terminada no sólo la gestión de Krieger Vasena, que fuera reemplazado por Dagnino Pastore en el ministerio de Economía, sino que produjo un desgaste político que llegaría a término con la caída propio general Onganía como mentor de la dictadura militar, en junio de 1970 luego del secuestro y muerte de Aramburu, reemplazado por el general Levingston.

El análisis del «Malargüinazo» como caso de acción colectiva en un pequeño pueblo, nos permite incursionar en los métodos de estas movilizaciones, para comprender nuevas formas de protestas sociales e inquietudes y motivaciones de quienes son sus 34 protagonistas. Los casos más notorios en esas luchas, son la huelga como procedimiento de resolución de problemas, sin embargo, con el tiempo, los insurrectos comenzaron a utilizar métodos más creativos, como fue en este caso, el corte de un espacio público como lo es un puente de una ruta nacional, toma de dependencias del Estado, LV 19 radio Malargüe, el municipio, y la defensa de la empresa Río Grande y Chemotecnica, como intereses no sectoriales. Los mismos, manifiestan una necesidad sentida por gran parte de la población que, en un futuro incierto, ve como sus jóvenes parten en busca de nuevos horizontes.

El surgimiento de nuevos movimientos, dan lugar a la creatividad, y el «Malargüinazo», no fue ajeno a ello, apelando a nuevos formatos y acciones innovadoras, como se observó con la «marcha del hambre». Estas nuevas formas, para la época, son manifestaciones expresivas, vinculadas a nuevos movimientos sociales. Con estas nuevas expresiones, aparecen, organizaciones diferentes, en el «Malargüinazo», donde se aprecian las asambleas populares, en la Plaza general San Martín y en la sala del cine Avenida. Estos nuevos formatos, implican nuevos desafíos de los usualmente arriesgados, los cuales solo pueden llevarse a cabo, si se puede lograr una gran solidaridad. Esta situación se observa en la movilización acaecida, en la jornada comprendida entre el 2 y 6 de julio de 1972, donde una muchedumbre se aglutinó en el rio Salado; como así también en la mencionada «marcha del hambre», en donde, vecinos que no eran perjudicados en forma directa con la minería, se unían a la movilización, mostrando su solidaridad en contra de un sistema excluyente que requería un cambio significativo.

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 En esta protesta se puso de manifiesto la incertidumbre, un elemento innovador y aliado de los manifestantes, que ponen en práctica el ingenio para salir de los mecanismos de protesta más comunes. El «Malargiiinazo», fue un movimiento con características espontáneas, fue una pueblada, sin banderías políticas, en donde los petitorios pusieron en vilo al gobierno de tumo, en busca de un futuro mejor.

En el «Malargiiinazo» no se apreciaron bandos enfrentados, sino que el pueblo se agrupó contra un enemigo externo que perturbaba sus intereses económicos: el gobierno provincial, que no daba respuestas a las necesidades de la comunidad.

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